La no resistencia a lo que es, nos libera
Hay situaciones en la vida que no podemos cambiar, desde personas que nos gustaría
que actúen de manera distinta, pasando por pérdidas repentinas, separaciones impensadas o frustraciones a nuestras expectativas.
Lo inesperado o lo que no “encaja” con lo que esperábamos puede tener el poder de desestabilizarnos
Si cuando eso sucede en lugar de trabajar en la aceptación gradual de lo que acontece, nos peleamos con la realidad y resistimos lo evidente, lo único que logramos es desgastarnos de más sin poder hacer nada por cambiar lo que se torna evidente cuando dejamos de eludir la realidad.
Tendemos a negar el paso del tiempo, a oponernos a la impermanencia de todo lo que nos rodea, a soslayar la posibilidad de pérdida, a rechazar que las cosas no salgan a nuestra manera. Sin embargo la vida no es como quisiéramos que sea… la vida es, las personas son, las cosas pasan y nuestro poder de intervención no siempre alcanza para modificar aquello que no se ajusta a nuestras expectativas.
A veces lo que más nos daña no es que las cosas sean diferentes a las pensadas sino la resistencia y la falta de flexibilidad para re-pensarlas. Quienes se niegan a aceptar lo que “es”, lo único que generan es fricción interna y una batalla en vano con una realidad que la mayoría de las veces no está a nuestro alcance cambiar.
Confundimos “aceptar” con "estar de acuerdo", con "dar la razón", o con "admitir que nos agrada una situación que en verdad no". Sin embargo, aceptar no es “estar contentos con”.
Aceptar es no negar, es dejar de esforzarnos por tapar con un dedo el sol. Solo cuando aceptamos podemos hacer algo con lo que acontece y que está a nuestro alcance mejorar…
La no aceptación y la fijación a que las cosas sean como pensamos que deberían ser, hace que muchas veces nuestra Vida nos guste menos cuando la pensamos que al vivirla. Así, la distancia entre lo ideal y lo real, duele más por la insistencia en estrechar la brecha, que lo que realmente dolería si no hubiese tanta resistencia en aceptar radicalmente la Vida tal como se nos presenta. Por eso, ir livianos y porosos dando lugar a una amplia gama de posibilidades de existencia y de múltiples escenarios, nos libera de empujar lo que no tiene ruedas y hacer rodar lo que sí está en nuestras manos.
A veces el dolor más hondo es la combinación entre la aflicción que nos genera determinado hecho sumado a la no aceptación del evento en cuestión.
Aprender a diferenciar "lo que sí" y "lo que no" está a nuestro alcance cambiar
Todas las situaciones nacen de una causa, causas que la mayoría de las veces no son manejables por nosotros. Castigarnos pensando ¿por qué a mí? no nos aporta ni soluciona nada. Porque la realidad es que todos tenemos nuestras cargas que sobrellevar en algún momento u otro de nuestras vidas. Ningún ser humano está a salvo de las pérdidas, del dolor y de la frustración. Aceptar esta verdad absoluta y trabajar en ella en lo cotidiano y con las pequeñas cosas, nos ayudará a tolerar situaciones más difíciles y extraordinarias de soportar.
La Aceptación Radical, de la que nos habla la psicología budista, para ser verdadera, debe ser absoluta y completa. Necesitamos hacerle lugar en nuestra mente, en nuestro espíritu y en nuestro corazón. Cuando así lo hacemos, dejamos de luchar contra molinos de viento y utilizamos esa energía para mejorar lo mejorable y resarcir lo que está a nuestro alcance.
Dejar ir la rigidez, el apego y el aferramiento a lo que “es” y hacer lugar a la calma y a la serenidad a partir de la aceptación radical, nos humaniza y apacigua la batalla interna en la que nos solemos posicionar.
Las Aceptación convierte la agonía y la desesperación en un dolor más manejable y menos asfixiante
¿Cómo practicar la Aceptación Radical?
Sé que no es fácil, pero quiero invitarte a que practiques el hábito de aceptar las circunstancias inevitables, que las veas como instancias de aprendizaje, de fortalecimiento, como ocasiones para aceptar la vida en su completa totalidad con todo lo maravilloso que hay en ella y con lo más tremendo que nos puede llegar a pasar. Viviendo experiencias de todas las tonalidades emocionales es como evolucionamos y nos convertimos cada día en mejores personas. Así aprendemos a desdramatizar lo desdramatizable y a trabajar en la aceptación de lo grave.
Soltar, alivianar, amar desapegadamente, comprender que la vida propia y ajena es finita, que todo se transforma, que nada permanece igual, que no siempre las cosas salen como uno quisiera y que aun así la vida vale la pena es comprender que el amor es inmaterial, que somos energía, que no hay tiempo y lugar y que las posibilidades son infinitas si no nos aferramos al ego y aprendemos a vivir desde la esencia.
Podemos vivir desde la negación y la obstinación, o desde la paz y la serenidad. Cada quien va aprendiendo con el transcurrir del tiempo desde donde le es más fácil vivir y tolerar lo difícil.
Toma conciencia de tu respiración. Observa los pensamientos que vienen a tu mente sobre una situación que te cuesta aceptar... generalmente solemos decirnos: “no es justo” o “no podré soportarlo”.
Advierte cómo esos pensamientos incrementan tus sensaciones negativas y te hacen sentir aún peor. Toma nota de esos pensamientos y de esas emociones y déjalas ir, no te aferres, imagina que son como nubes que pasan...
Luego, repite en tu mente varias veces este mantra: “Es lo que es”. Por supuesto, no existe la magia... seguramente seguirás experimentando diferentes emociones que no te agradan. No se irán de manera espontánea, pero al cabo de un tiempo serán menos intensas y no durarán como durarían si insistieras en negar la realidad una y otra vez.
Te invito a que te preguntes....
- ¿Qué situaciones te ha costado aceptar, aun sabiendo que nada podías hacer?
- ¿Sientes que a veces te obstinas en que las cosas sean “como te gustarían”?
- Aferrarte al dolor... ¿no te consume demasiada energía que podrías dedicar a “hacer” de tu vida una vida más feliz en el aquí y ahora?
- ¿Cómo podrías ejercitar tu mente para concentrarte en lo posible y dejar de anhelar lo imposible?
Hagan lo que quieran hacer, no esperen a que eso se convierta en lo que les “hubiese” gustado que sea.
No hagan de sus vidas un boceto, porque quizás no tengan tiempo de hacer de esa idea un hecho.
Nos pasamos la vida añorando lo que fue o esperando lo distinto y lo único que pasa es la Vida. No comprendemos el valor de los momentos, hasta que se convierten en valiosos recuerdos. Por eso, hagan lo que quieran hacer, no esperen a que se convierta en lo que les “hubiese” gustado que sea. No hagan de sus vidas un boceto, porque quizás no tengan tiempo de hacer de esa idea un hecho.
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