Quererse es saber rodearse de buena gente.
Es decir basta con dignidad y tener las agallas para tomar distancia.
Es no mendigar afecto ni conformarse con migajas.
Es saber darse primero lo que uno reclama.
Es dejar de exigir que los demás nos hagan felices.
Es dejar de justificarse y arremangarse.
Tratarse con amorosidad cuando las cosas salen mal.
Es hacer las paces con el pasado y dejar de condenarse.
Es aprender y seguir a pesar de todo.
Es confiar en nuestro potencial para evolucionar.
Quererse es animarse a interrogarse y mirarse a los ojos con total honestidad.
Es saber frenarnos cuando estamos excedidos y activarnos cuando estamos detenidos.
Es entrenar nuestra capacidad de auto-observarnos y dejar atrás el hábito de juzgar a los demás. Amarse es honrar nuestra casa de carne e higienizar nuestra mente para volverla tan lúcida como un sol resplandeciente.
Amarse es no dar por sentado que uno no puede y volver a intentar cada vez que una mínima fuerza se siente. Valorarse es animarse a lo que antes no y sentir orgullo por cada logro.
Es ganar batallas internas que nadie se entera pero nos marcan una gran diferencia en nuestra paz interior.
Amarse es aprender del error y dar lugar a la equivocación.
Amarse es aceptarse en esencia y no entregarse a los vicios de la personalidad condicionada que nos mueve como marionetas sino tomamos conciencia.
Amarse es un arte, una práctica, una decisión.
Amarse es un hábito saludable indelegable.