La Importancia de Aprender a Escuchar un “No”
Mucho se habla acerca de la importancia de saber “decir que no”. Es verdad, necesitamos aprender a negarnos y a poner límites cuando nos extralimitamos o nos desdibujamos por agradar a otros. Sin embargo, es tan importante decir que no como también aprender a escucharlo, ya sea que este “no” venga de la vida que no siempre es como nos gustaría, o de personas que no tiene por qué responder a nuestras expectativas.
Cuando nos resistimos a aceptar la realidad tal como se presenta, cuando insistimos de más en querer que las cosas sean de una determinada manera, agotamos nuestras reservas y traspasamos la delgada línea que existe entre la tenacidad y la terquedad.
Sin duda, ser tenaz es una cualidad, más aún en tiempos posmodernos donde ante una mínima dificultad, se tiende a tirar la toalla. Pero cuando caemos en la terquedad, mas que virtud es falta de flexibilidad para evaluar otras alternativas o replantear la jugada. Cuando exageramos una actitud, cualquier virtud termina convirtiéndose en defecto. Y se nos puede pasar el tiempo, los días, los años… anhelando lo que no pudo ser, desde un trabajo, un proyecto, hasta un amor truncado.
Cuando nos resistimos a aceptar la realidad tal como se presenta, cuando insistimos de más en querer que las cosas sean de una determinada manera, agotamos nuestras reservas y traspasamos la delgada línea que existe entre la tenacidad y la terquedad.
Esta actitud de resistencia no es heroica ni meritoria, insistir de más es indicio de baja tolerancia a la frustración y de haber quedado fijados a épocas temprana de la vida.
Durante la primera infancia los “no” son como puñales que nos desgarran y nos van quitando de a poco la ilusión de que nuestros deseos serán ordenes cumplidas. Los límites nos van mostrando que la vida no siempre será como quisiéramos que sea ni consentirá todos nuestros caprichos. Los límites claros en la infancia nos dan la posibilidad de desilusionarnos con las pequeñas cosas para poder, de adultos, lidiar con frustraciones más trascendentes, sin naufragar cuando los vientos soplan en contra.
Hay padres y madres que consienten en todo a sus hijos para evitarles toda desilusión. Buscando ser queridos, olvidan su responsabilidad de entrenarlos para la vida real. Sin embargo, amar de verdad, supone darles herramientas que les sirvan para gestionar la realidad, no la muestra no representativa que es la infancia donde todo gira a favor. Enseñarles a nuestros hijos que la negativa forma parte de la vida es mostrarles que existen otras alternativas cuando parece que el mundo se nos viene abajo ante una frustración.
Los Diferentes "No"
Hay “no” más difíciles que otros, los hay definitivos y transitorios. Algunos de ellos suponen la renuncia a algo no tan relevante, mientras que otros implican desistir de algo que valoramos, deseamos o necesitamos desde lo más hondo. Cualquiera sea su formato, no hay ser humano que escape a la enorme gama de negativas que se plantean a medida que vamos evolucionando.
Pueden venir de otra persona o de la Vida que nos muestra que nuestro camino “no va por ahí”. Saber escuchar los “no” es ser inteligentes, es no perder oportunidades que pueden ser igual de buenas, aunque sean distintas a las esperadas.
Dicen que “triunfa quien no abandona”. Sin embargo, no siempre es así. Abandonar, es renunciar y renunciar nos da la posibilidad de re-enunciar, de “volver a enunciar” de manera diferente nuestra vida cuando las expectativas no son cumplidas. A veces el “no” nos cuesta más por ser un “no” en sí mismo, es decir, porque nos posicionamos como niños demandantes, que por lo que ese “no” implica o deja por fuera posibilidades.
Los “No” de los demás
Cuando el “no” viene de un amor no correspondido, de una oportunidad laboral fallida, de una clara muestra de rechazo o de algo menor como puede ser quedarse fuera de una invitación, nos chocamos con la realidad de que los demás no tienen por qué hacerse cargo de saciar nuestras ilusiones y aspiraciones. No son necesariamente personas desconsideradas, aunque a veces el enojo nos ciegue la mirada. Cada ser humano tiene derecho de elegir y en esta posibilidad hay encuentros y desencuentros. Los demás no están ahí para facilitarnos o hacernos la vida más agradable. La “otredad” tiene límites que excede nuestro control. Interactuar con otros seres tiene mucho de gratificante pero también de frustración porque la diferencia es inherente a todo lo existente. Evolucionamos mucho cuando aprendemos a respetar los límites que lo relacional supone y dejamos de sufrir de más cuando dejamos de forcejear con la realidad.
Los “No” de la Vida
Cuando es la Vida la que dice “no” suele ser inapelable y concluyente. Querer domar el mar es negar la finitud humana. Aceptar que no tenemos recursos para explicar lo inexplicable o lo que consideramos injusto es madurar y levantar bandera de paz en las guerras mentales que nos solemos plantear. La mejor postura en situaciones que nos quitan la respiración es aprender a colaborar con lo inevitable y no pretender ganarle una pulseada a la fuerza universal.
Lo cierto es que no nos volvemos fuertes cuando carecemos de limitaciones, sino cuando aprendemos a reconocerlas y a lidiar con ellas. Hay muchas cosas por las que tendremos que esperar, desistir, cesar o abandonar. Re-negar de lo que es y no puede dejar de ser son caminos errados para sobrellevar el dolor de lo que se nos niega.
La mejor postura en situaciones que nos quitan la respiración es aprender a colaborar con lo inevitable y no pretender ganarle una pulseada a la fuerza universal.
En la resistencia a los “no” podemos correr el riesgo de no vivir una vida posible, aunque no perfecta y añorar eternamente el ideal que solo vive en nuestra obstinada cabeza
Somos mucho más poderosos cuando aprendemos a escuchar los “no” y desarrollamos la habilidad para ser amplios y flexibles ante las tantas variantes que existen para sentirnos felices. La flexibilidad detecta oportunidades, la rigidez acumula malestar.
La flexibilidad detecta oportunidades, la rigidez acumula malestar.
Sugerencias para no sufrir de más
- Abandona la tendencia a querer controlarlo todo.
- No intentes predecir cada pequeño suceso de tu vida.
- Si le temes a la incertidumbre y al cambio, es bueno que sepas que son una certeza de la que sí tendrás evidencia cierta.
- Permite que todo siga su curso sin apegarte al resultado. Tu tendencia a controlar no te otorga la capacidad de modificar lo que acontece, pero sí te priva de tu serenidad.
- Establece expectativas realistas. Es iluso creer que podremos obtener todo lo que deseamos en cada momento.
- La adversidad forma parte de la vida. Ni las personas ni los acontecimientos giran alrededor nuestro y hemos de tener la suficiente madurez para aceptar este hecho.
- Si el escenario se modifica, replantéate tus pensamientos y tus acciones. No te mantengas paralizado en cómo pensabas que todo sucedería, encuentra nuevas alternativas a la luz de la nueva información que recibas del entorno.
- Acepta la incomodidad emocional que supone escuchar un no. Pasará, como todo.
- Confía. Quizás las cosas no marchen como esperabas, pero puede que se encaminen hacia un rumbo mejor.
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