¿Cómo superar una desilusión?
La vida es un continuo de alegrías y desencantos, de ilusiones y desilusiones. Animarnos a vivir supone correr el riesgo de que no todo o casi nada de lo que esperamos termineconcretándose según nuestras expectativas, puesto que lo ideal dista bastantede lo real.
Cuando generamos expectativas sobre alguien o sobre algo, nos ilusionamos. Y es debido al mecanismo de la ilusión que proyectamos sobre las cosas y las personascaracterísticas y atributos que suelen ser bastantes irreales. Y sobre esaimagen distorsionada tejemos infinidad de cosas…
“Qué esa persona nos hará feliz”
“Qué ese amigo será incondicional”
“Qué elemprendimiento irá sobre ruedas”
“Qué la vida noscambiará sino nos mudamos a otro país”
La psicología budista nos dice que en la vida todo es una ilusión. No vemos las cosas tal cual son, las vemos con los anteojos que llevamos puestos, que hemos idodiseñado a partir de nuestras experiencias, de nuestra educación, de lascreencias acerca de nosotros mismos, de los demás y de todo lo que nos rodea. Aesa gran ilusión, el budismo le llama “maya”, que tal como un velo cubre larealidad de lo que és para que lo veamos cómo lo queremos ver, o ¿por qué no?como necesitamos verlo en un momento dado porque nos cuesta aceptar las cosas tal como son.
Todos, absolutamente todos los seres humanos caemos en los engaños de nuestra mente.
Desde nuestras expectativas hacemos una especie de Photoshop dela realidad para que esa persona de la que nos enamoramos sea vista como perfecta o porque necesitamos que una determinada situación sea la promesa y la esperanza de una vida mejor.
Sin embargo, cuando el velo de la ilusión cae y lo real dista de lo esperado sobreviene la desilusión (dolorosa pero necesaria) para arrebatarnos las fantasías que habíamos tejido en nuestra mente.
Con frecuencia caemos en el error de enojarnos con nosotros mismos, de reprocharnos, de sentirnos tontos, por haber confiado, creído, fiado, apostado.
Cuando el desengaño sobreviene de una persona querida que nos defraudo, nos regañamos diciéndonos “¿cómo es que no me di cuenta?”, “¿cómo no vi lo que tenía ante misojos?” Es que cuando estamos enamorados o ilusionados con una determinadapersona, nuestra mirada se distorsiona. Nuestro cerebro segrega al torrentesanguíneo infinidad sustancias que nos impiden una visión clara. No se trata deser tonto o tonta, estamos desbordados de hormonas que nos nublan la razón.
Cuando la desilusión acontece como consecuencia de las expectativas puestas en una situación o un cambio, aquello tan esperado llega y nosdamos cuenta que ni nos transformó ni nos cambió la vida. Ocasión decisiva para darnos cuenta que quizas el cambio buscado no debe venir desde fuera sino desde dentro.
La solución a la desilusión
Evitar la decepción supone no esperar nada, pero ese desapego emocional es una sentencia a una vida apagada.
Ilusionarnos y desilusionarnos es prueba fiel de que nos corre sangre por las venas, de que la vida nos importa y de que las cosas no nos dan lo mismo. No podemos vivir sin ilusiones ni deseos, puesto que son lo que motoriza la vida. La cuestión es aprender a no tomarnos tan en serio lo que la mente nos dice cuando todo lo reviste y reconocer que en la vida la ilusión y la desilusión, el contento y el descontento forman parte del vivir y no resistir esa realidad sino aceptarla como dos caras de la misma moneda. Y sobre todo aprender a guiarnos por nuestros valores y no por las emociones del momento que son tan oscilantes.
¿Cómo aprender a gestionar la desilusión?
Lo que más nos genera dolor no es la desilusión en sí misma sino nuestra manera de transitarla. Nos daña una enormidad el trato que nos damos cuando sentimos que fallamos en darnos cuenta o en hacer una apuesta. Lo que más nos lastima es la no aceptación a lo que es y resistir la realidad tal como se revela.
Carl Gustav Jung, dijo alguna vez… “Lo que resistes, persiste”, y sin duda estaba en lo cierto. Cuanto más tiempo nos quedemos indignados y revolcándonos en lo que no es ni lo será, más crece la desilusión y con ello la ira y el malestar.
Aceptar es estar dispuestos a dejar de mirar una y otra vez lo que hubiese podido ser y no fue.No es fácil, no sale de manera natural, es una decisión que tenemos que tomar… Entonces, cada vez que nuestra mente se nos va a aquel escenario irreal, debemos traerla a la realidad y hacer lo que mejor podamos con lo que hay.
Aceptar no es resignarse
Aceptar es tomar nota de lo que es y dejar de negarlo para pasar a la acción. Posibilita “renunciar para re-enunciar”. Es decir, abandonar un ideal y comenzar a hacer algo con lo real, a tejer con los hilos de la verdad una manta posible con la cual cobijarnos. Cuanto mejor es hacer algo con lo posible, que quedar llorando eternamente una ilusión, engullidos en la frase “qué hubiese sido si…”.
Nunca sabemos a qué le estamos diciendo que NO cuando quedamos varados por largo tiempo en más de lo mismo. Insistir en un desamor puede estar obstaculizando un amor, cuando setrata de una persona. Así como quedarnos anclados en una situación ideal nos imposibilita operar sobre la vida real.
Nunca sabemos a qué le estamos diciendo que NO cuando quedamos varados por largo tiempo en más de lo mismo. Insistir en un desamor puede estar obstaculizando un amor, cuando setrata de una persona. Así como quedarnos anclados en una situación ideal nos imposibilita operar sobre la vida real.
Reconocer la vida como una sucesión de regocijos y desilusiones, nos alivia. Es ahí cuando podemos aceptar que la vida es desprolija, que a veces lastima, otras veces nos hacecosquillas y tenemos la oportunidad de aprender de cada una de nuestras experiencias.
Necesitamos aprender a afilar la herramienta del “discernimiento” para poder discriminar cada vez mejor los engaños de la mente. Esto es ejercer un autocuidado consciente de los encantamientos de nuestra mente. Y también ser capaz de proyectar cada vez menos lo propio y poder ver con más objetividad a los demás.
Mientras vamos evolucionando cometeremos cientos de torpezas, no debemos condenarnos sinoaprender a desarrollar la paciencia “la ciencia de la paz” para aprender con dignidad de cada experiencia.
Lo bueno de una desilusión es que uno puede volver a ilusionarse y a re-activar su deseo, si logramos no quedar anclados en la frustración. Pero este mecanismo de ilusión /desilusión no puede seguir una línea horizontal, tiene que disponerse en una línea vertical en donde cada nueva ilusión nos encuentre con una mente más despejada y ajustada a la realidad para hacer de esa ilusión un proyecto de algo posible y real.
Ilusionarse es maravilloso cuando seguimos avanzando y le quitamos el velo a esa quimera para hacer algo bueno y concreto con los recursos que disponemos en un momento dado. Quizás no sea fiel reflejo de la idea perfecta imaginada, pero “madurar” es amar lo posible y hacerlo crecer.
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