Al nacer somos vulnerables y necesitamos adaptarnos
Nacemos frágiles, vulnerables, absolutamente dependientes de un otro que nos acaricie, que nos alimente, que nos de calor, que nos mire y nos re-afirme. Como animales humanos somos la única especie en necesitar durante tanto tiempo cuidado y atención para poder sobrevivir en este mundo al que llegamos completamente desnudos, no solo de ropas sino también de defensas y estrategias para adaptarnos.
Somos pura esencia e inocencia hasta el momento en que reconocemos nuestra flaqueza. Este pronto descubrimiento nos llevará a buscar casi por desesperación las maneras de adaptarnos a nuestro entorno familiar más inmediato.
“Solo no podemos”, por eso nos lanzamos a conquistar el reconocimiento externo. Si nos aseguramos el amor ajeno, nos garantizamos ese cuidado que tanto necesitamos. Es allí cuando comenzamos a “observar” todo nuestro alrededor cual si fuéramos un radar y tratamos de captar lo que “nos funciona” con los demás… De esa forma vamos armando “una costra” priorizando lo que los demás esperan de nosotros y olvidándonos de quienes somos en verdad.
Comenzamos de esta forma a desarrollar y a reforzar desde pequeños determinados estilos psicológicos. Estos modos de ser se van estereotipando y formando nuestra personalidad.
Por ejemplo: si hay padres que festejan solo los logros, el niño se esforzará por ser el primero en todo. Si hay padres que se mueren de amor cada vez que sus niños son tiernos, serán niños que demuestren su afecto todo el tiempo. Si hay padres que no registran a sus hijos pequeños, harán lo que sean para llamar la atención, desde portarse mal, hacer berrinches, hasta hacer algún tipo de síntoma y enfermedad con tal de ser vistos, o al menos retados para evitar la agresividad más cruel: no ser ni siquiera registrados.
No fijes tu personalidad a una única forma de ser
Este artículo no solo es para padres en plena crianza de sus niños, es también para nosotros los adultos que alguna vez fuimos niños y nos quedamos fijados a “una única forma de ser” que nos vino bien y nunca más la re-actualizamos. Ahora bien, el contexto cambió, ya tomamos conciencia de que nos podemos valer por nosotros mismos y sin embargo seguimos funcionando desde modos primitivos que nos “atan” a una única forma de ser, pudiendo ampliar y desplegar muchas más caracteristicas nuestras si nos animamos a “trabajar sobre si” y a sacarnos aquellas máscaras viejas.
Los 9 Tipos de Personalidad
Existen 9 tipos psicológicos, y absolutamente todos nosotros pertenecemos a uno de ellos en mayor o menor medida. Sin embargo, esos rasgos ya no nos alcanzan para hacer frente a un mundo más complejo que va mucho más allá de nuestro entorno más inmediato. Esto nos pone ante la imperante necesidad de tener que “expandir nuestros características de personalidad” si queremos seguir desplegándonos y conquistándo nuevos territorios. Como decía el famoso fundador japonés del Aikido, Morihei Ueshiba: “El arte de la paz es completar lo faltante”. Así de adultos nos toca integrar lo que nos falta para hacer que nuestra personalidad sea múltiple y adaptable a diferentes circunstancias.
"El arte de la paz es completar lo faltante"
Morihei Ueshiba
¿Cuáles son esos 9 tipos psicológicos básicos a los que nos hemos quedado fijados?
El eneagrama los llama eneatipos que son diferentes formas de posicionarnos frente al mundo y desarrollar estrategías para adaptarnos a él ¿Te animas a ver cual es el tuyo?
Eneatipo 1:
Buscan la perfección y hablan en términos de lo que es correcto y lo que no. No conocen de matices (para ellos todo es blanco-negro o todo-nada). Hiperexigentes y siempre prestos a encontrar las faltas y los defectos. Poseen mucha ira interna que exteriorizan quejandose de cómo se hacen las cosas y cómo los demás “deberían” ser y no son.
Emoción oculta: la ira.
Eneatipo 2:
Son personas que necesitan sentirse “necesitadas” para sentirse queridas y tenidas en cuenta. ¡Dan a los demás de más! fingiendo que no esperan nada a cambio pero se auto-engañan. Pueden ser demasiado invasivos en sus intentos de solucionar problemas ajenos. Les cuesta reconocer sus propias necesidades y decir que no.
Emoción oculta: el orgullo.
Eneatipo 3:
“Soy lo que hago” es su slogam de vida. Les importa proyectar una imagen de éxito. Saben hacer marketing de sí mismos. Están muy identificados con su trabajo. Suelen conseguir lo que se propongan y buscan relacionarse con personas de las que pueden beneficiarse. Sentirse productivos les hace sentir muy bien con ellos mismos.
Emoción oculta: la vanidad.
Eneatipo 4:
Son los más emotivos, artístas, excéntricos y todo lo viven de modo personal. Se sienten víctimas y en inferioridad de condiciones respecto de los demás. Piensan que nunca conseguirán lo que los demás pudieron lograr. Viven desde la falta y la carencia. Ven la vida como desde una “vidriera” y se sienten ajenos a “este mundo ordinario y vulgar”.
Emoción oculta: envidia.
Eneatipo 5:
Amantes del conocimiento, intuitivos y sabios. Desapegados. Aman estar en “su cueva” y que nadie les demande nada. Son aváros de su energía, no piden nada para que nos les pidan a cambio. Autosuficientes y minimalistas. Manejan el mundo de las ideas pero no saben lidiar con las cuestiones prácticas de la vida.
Emoción oculta: la avaricia.
Eneatipo 6:
Suelen imaginar siempre el peor de los escenarios, son dramáticos y miedosos. Desconfiados, ponen a prueba los demás. Sin embargo, cuando los demás ganan su confianza son fieles y leales. Les gusta pertenecer a grupos que los identifican (grupos politicos, deportivos, religiosos, etc). No hablan tanto de “yo” como de “nosotros”. Son el pegamento social en una agrupación aunque no les gusta ser protagonistas ni liderar. Prefieren seguir las reglas de un líder confiable. Emoción oculta: el miedo.
Eneatipo 7:
Huyen del presente, su cabeza siempre está ideando múltiples escenarios. Insaciables, ansiosos, acelerados ¡Siempre necesitan más! Más experiencias, más emociones fuertes, más planes. No quieren perderse nada. Abarcan mucho y profundizan poco. Siempre se los ve contentos y suelen ser el alma de las fiestas. Les cuesta lidiar con la tristeza y le rehuyen al dolor en todas sus formas. Usan máscaras de alegría y de que está todo bien.
Emoción oculta: la gula.
Eneatipo 8:
Quieren tener el poder y el control de todo. Detestan a las personas que se victimizan. Tienen mucha auto-confianza. Es la personalidad más fuerte, visceral, impulsiva y directa del eneagrama. Imparte temor a los demás. Defensores de “los suyos”. Demuestran su afecto protegiendo. Todo lo quieren en exceso.
Emoción oculta: la lujuria.
Eneatipo 9:
Perezosos y pacíficos. Con tal de evitar los conflictos se sobreadaptan a los demás hasta perder de vista sus deseos, sus gustos y sus necesidades. Son excelentes mediadores. Satisfecho, tranquilos, agradables, indolentes y muy cómodos. Ponen por encima su “paz” que la defensa de su opinión si están en contra. No les gusta sentirse presionados. Se esclavizan a una rutina y postergan decisiones que supongan un desafío o un cambio.
Emoción oculta: la pereza
¿Cuál de esos 9 tipos de personalidad más te identifican?
Si ya sabes cual es el tuyo, es bueno que sepas que ese es apenas tu punto de partida, "no debemos tomarlo como una etiqueta", el desafío es conocernos en profundidad y seguir integrando nuevos y renovados rasgos. Tal como si la personalidad fuera una caja de herramientas… si venimos con un martillo y solo nos quedamos con él no hay mucho que podamos hacer. Es nuestro trabajo salir a buscar la tenaza, los clavos, el destornillador, el cincel, la sierra, la cinta métrica, si queremos ser obreros inteliegentes y eficientes de nuestra propia existencia.
Una persona que solo sabe enojarse, se volverá insoportable y debera aprender a ser más tolerante. Una persona que no sabe decir que no, deberá aprender a poner límites si no quiere vivir en una eterna postergación. Quien siempre se muestra fuerte deberá hacer contacto con su vulnerabilidad si no quiere perderse de enriquecer su personalidad con sensibilidad. Quien se mantiene en la superficie, deberá animarse a ir a lo hondo si no quiere pasar por esta vida sin conocerse.
Ser de una sola manera nos deja siendo un bonsai pudiendo ser jacaranda.
Aprender a desplegar múltiples maneras de ser nos permite ir ajustando "quienes estamos siendo" a los desafios que la vida nos va planteando momento a momento. En este intento de volvernos diestros en otras actitudes y comportamientos, nos equivocaremos y caeremos más de una vez en múltiples contradicciones. ¡No importa! Necesitamos ser múltiples y diversificados, ¿por qué? Porque la vida así lo es y si queremos llevarnos bien con ella, el desafío es no negar su naturaleza y nosotros como parte de ella.
Aprender a desplegar múltiples maneras de ser nos permite ir ajustando "quienes estamos siendo" a los desafios que la vida nos va planteando momento a momento.
Es bueno que entonces nos preguntemos:
- ¿qué debería integrar a mi personalidad?
- ¿qué hago en exceso?
- ¿de qué carezco?
- ¿cómo puedo comenzar a equilibrar mi personalidad?
- ¿debería tomarme las cosas con más liviandad?
- ¿quizás reconocer mi fragilidad?
- ¿empatizar más?
- ¿reconocer lo que me dice mi tristeza?
- ¿ser más relajado, más osado o menos superficial?
- ¿será que debo cuidar más mis palabras? ¿pensar antes de actuar?
- ¿dejar de postergarme de una vez por todas?
En definitiva… ¿cuáles son aquellas partes que me faltan para volverme una persona completa y dejar de usar siempre la misma herramienta oxidada?
Cuando comenzamos a salir del piloto automático, comenzamos a comunicarnos, a relacionarnos con nosotros mismos y con los demás desde un lugar mucho más vasto. Y de a poco vamos tomando conciencia de que somos “potencia” en movimiento y que estamos decidiendo cómo ser, momento a momento.
Reconoce tu tipo básico y comienza a dar pasos que te lleven más allá de tu antigua forma de ser.