El estrés innecesario
Hay situaciones estresantes que no podemos sortear… forman parte inevitable del diario vivir y con las cuales tenemos que aprender a lidiar y otras tantas sobrellevar. Pero hay otras que nos generan un sufrimiento inútil e innecesario que nos podemos ahorrar si somos los suficientemente lúcidos y nos cuidamos amorosamente.
Tenemos que aprender el arte de discernir entre los que nos hace bien y lo que nos daña. Si ante cada decisión que tomamos, desde lo que comemos hasta con quien nos relacionamos, nos preguntáramos: esto que estoy a punto de hacer o dejar de hacer ¿es bueno para mí?, seríamos mucho más responsables y conscientes de la vida que elegimos vivir y la forma que le vamos dando.
Ante cada decisión que tomamos, desde lo que comemos hasta con quienes nos relacionamos, debemos preguntarnos: ¿esto que voy a elegir es bueno para mí?
Alejarnos de lo nocivo nos ayuda a mejorar la salud en todos los niveles. Lo difícil es reconocer lo que nos daña y trazar límites infranqueables para mantener una distancia saludable.
El Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano, nos señala diez comportamientos que deberíamos evitar para cuidar la salud de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Él habla de los 10 ladrones de nuestra energía que deberíamos apartar de nuestra vida. Veamos cuáles son:
1 – Las Personas Tóxicas.
“Deja ir a personas que sólo llegan para compartir sus quejas, sus problemas y sus historias desastrosas. Si alguien busca un bote para echar su basura, procura que no sea en tu mente”.
Aprende a distinguir a aquellos seres humanos que te hacen bien, que te impulsan a crecer y te dejan un buen “sabor” de aquellas otras personas con las que te cuesta tratar, te tiran para atrás o su mirada de la vida es siempre negativa. Hay personas que son especialistas en saturar y dejar exhaustos a los demás, poder decir “basta” a tanta toxicidad no es desconsideración, es darnos importancia y cortar un discurso que no conduce en ninguna dirección.
2 – Las Cuentas Pendientes.
“Paga tus cuentas a tiempo. De la misma forma, cobra a quién te debe o elige dejarlo ir, si ya no vale la pena insistir”.
Las deudas ahogan nuestra tranquilidad. Tener cuentas pendientes nos lleva a avergonzarnos y a evitar a aquellas personas con las que nos sentimos en falta. En cambio, saldar nuestros compromisos y cumplir con nuestra palabra alinea nuestros valores con nuestros actos y esa coherencia nos empodera y nos ayuda a recuperar la paz interna.
3 – Las Promesas Incumplidas
“Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes tanta resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a renegociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa incumplida".
La forma más sencilla de evitar no cumplir es no comprometernos con algo sin antes tener la certeza de poder realizarlo. Es mejor decir un “no” con firmeza que un “sí” dudando.
4 – No Escuchar Nuestros Intereses
“Delega aquellas tareas que no prefieres hacer y dedica tu tiempo a hacer las que sí disfrutas”.
Hay tareas que no podemos delegar y otras que sí, pero nos resistimos a soltar. No delegar aquello que nos resulta aversivo supone llenar nuestra vida de una negatividad innecesaria. En cambio, dedicar nuestro tiempo a aquello que sí disfrutamos, nos contenta y nos acerca a la autorrealización. Procura invertir tu tiempo de manera tal que tu día no se convierta en una seguidilla de actividades que detestas. No pierdas de vista que la vida es tiempo y que el uso inteligente que hagamos de él determina cómo queremos consumir nuestra finita energía.
5 – No Descansar y No Actuar cuando es necesario
“Date permiso para descansar si lo necesitas y date permiso para actuar si es un momento de oportunidad”.
Es importante aprender a auto-regular nuestra energía. Descansar cuando es momento de recobrar fuerzas y actuar cuando es tiempo de accionar. A veces nos dejamos llevar por la inercia y nos cuesta pasar de un estado a otro…es decir: “pausar” cuando estamos inmersos en la hiperactividad o “arrancar” en tiempos de pasividad. Escuchar nuestro cuerpo y leer el contexto nos da pistas para saber cuando activar y cuando relajar. Aprender a gestionar de manera inteligente nuestra energía nos ayuda a no exigirnos de más y a no dormirnos en los laureles cuando es tiempo de actuar.
6 – El Desorden
«Tira, levanta y organiza, nada te toma más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas”.
Nada nos absorbe más energía que estar en un espacio desordenado lleno de cosas que no necesitamos. Deshacernos de lo caduco, de lo inútil, de lo que está de más… aliviana nuestra percepción visual. Un espacio externo ordenado despeja nuestro espacio mental y permite que la energía circule más libremente. Todos necesitamos de la iniciativa de deshacernos de algo… por eso ordena, regala, tira, suelta, deja atrás y oxigena.
7- No Cuidar tu Salud
«Da prioridad a tu salud, sin la maquinaria de tu cuerpo sano, no puedes avanzar hacia ningún lado”.
De nada sirve tener mucho trabajo, mucho dinero y mucho patrimonio si no somos capaces de cuidar lo que nos sostiene en pie: nuestro cuerpo. La filosofía budista afirma que nuestro cuerpo es nuestra casa sagrada de carne que le permite a nuestra consciencia hacer sus aprendizajes en esta experiencia humana. Ser conscientes de esta verdad nos recuerda la importancia de preservarlo en perfectas condiciones para contar con él como nuestro principal aliado. Es esencial que dediquemos tiempo a relajarlo, a entrenarlo, a alimentarlo bien, y que conozcamos sus ritmos de actividad y descanso.
8 – Las Situaciones Difíciles
“Afronta las situaciones difíciles, no las evadas. Toma la acción necesaria.”
Posponer lo difícil, complica aun más las cosas y genera estrés por dilatación de lo pendiente por resolver. Saber que hay algo importante irresuelto demanda una enorme cantidad de energía que queda detenida allí. Mirar de frente el problema, crear estrategias, tomar las riendas, nos empodera y nos hace sentir competentes. Además, cada vez que afrontamos lo difícil, crecemos una enormidad.
9 – No Aceptar
“Nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar.”
Una de las mejores enseñanzas que representa esta idea esta ilustrada por la célebre frase de San Agustín: “(Señor) concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para diferenciar entre ambas cosas”.
Poder discernir lo que está a nuestro alcance de lo que no, nos ahorra estar peleando toda la vida contra molinos de vientos. Aceptar no es “estar de acuerdo con…”, es admitir que nada podemos hacer nosotros por cambiar esa situación.
10 – No Perdonar
«Perdona, deja ir aquellas situaciones que te causen dolor”.
El perdón aliviana y reconforta, ayuda a liberar aquella energía que se ha quedado anclada en el rencor. Resentir es humano, pero perdonar también lo es. Todos cometemos fallas, errores, equivocaciones y a veces desde la ignorancia provocamos dolor sin ser conscientes de ello. Necesitamos perdonar del mismo modo que a veces necesitamos ser perdonamos por otros. La compasión y el entendimiento de que no somos perfectos nos ayuda a no tener una mirada sentenciosa sobre nosotros mismos y sobre los demás.
Concluyendo...
Cuidarnos con consciencia es entrenar la capacidad de discernimiento para poder elegir cada vez con mayor lucidez aquello que nos hace bien y dejar a un lado lo que nos daña. Del mismo modo, a veces nos tocará darnos cuenta de que somos nosotros los que estamos “restando” a otros. Cuidar a otros de nuestras partes menos evolucionadas, también es un acto humildad que tenemos que practicar en nuestra vida cotidiana.