Ser mamá, puede ser el deseo más intenso y poderoso que ha de sentir una mujer. Llegada determinada edad, al anhelo le sigue la búsqueda de la ansiada maternidad…Pero ¿Qué sucede cuando no acontece la bendita posibilidad?
La ciencia hoy permite lo que era impensado en el pasado. Cuando el bebé no llega, la pareja se adentra en una maratón de médicos, estudios, turnos y miles de intentos. La frustración incrementa el dolor y el enojo con la situación hace que hablemos en términos bélicos: “luchar por ser mamá” será una batalla de ahora en más...Ahora bien:
Carl Jung, con la sabiduría de quien ve más allá de lo evidente, afirma:
“Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, te transforma”.
Desde esta mirada cuántica quiero abordar el tema de la maternidad que no llega. Mucho se ha dicho al respecto, pero pocas son las preguntas que interiormente nos hacemos y que incluyen la gestión emocional del proyecto que no se da…Interrogarnos acerca del “sentido”, adentrarnos en el aprendizaje e ir pasando del ¿por qué? al ¿para qué? nos ayuda a desbloquear las trabas emocionales que la ciencia no puede ni podrá franquear. Es intransferible este trabajo personal.
Veamos algunas cuestiones que pueden postergar la concreción de la maternidad. Lo que “resuena” en el interior merece nuestra atención y elaboración:
- Los elevados índices de infertilidad coinciden con un cambio cultural en el que la mujer no acaba de encontrar su lugar: “está sentada entre dos sillas”. Ya no quiere estar donde estaba y tampoco está donde quiere estar. ¡Vaya incómodo lugar! Así puede conscientemente gritar a viva voz su anhelo de dar a luz, pero inconscientemente subyacen ideales de libertad, autonomía y realización no compatibles con el “arquetipo materno” de abnegación, entrega y postergación. Esta dualidad supone la resignación de una u otra opción. Trascender esta contradicción supone flexibilizar este rígido “arquetipo” que puede ser reeditado y encarnado de acuerdo a lo verdaderamente deseado. Así una mamá puede ser emprendedora y profesional y no por eso menos cariñosa, atenta y cuidadora. Se trata de integrar posibilidades y no de separar en dualidades. Si para tú inconsciente ser mamá es resignar tu libertad, entonces “te cuidará”.
- Otra cuestión que merece ser elaborada es: ¿Qué ves cuando ves a tu propia mamá? El miedo a la repetición es otro factor que bloquea la propia realización. Si no quieres ser como tu madre…tu inconsciente te dará la solución: “no serás madre”. No es un inconsciente “boicoteador”, por el contrario, siempre juega a nuestro favor dándonos soluciones no racionales, pues su lenguaje es el de la “emoción”. Sanar el vínculo materno es facilitador y liberador para toda mujer. Lo contrario encierra un dolor que no deja libre circulación a la energía femenina que busca su expresión.
- La pareja: cuando la hembra no está segura del macho que tiene a su lado, la cría estará en peligro. Si no hay macho que cuide a la hembra, no hay hembra que pueda descansarse en su valentía para cuidar de su cría. Esto es biología. Hoy ya no hablamos de pene y vagina sino de funciones y roles. Así una madre soltera “necesita” de la energía masculina para nutrir a su cría (un abuelo, un tío, un amigo). En su defecto, ejercerá esa polaridad en sí misma, basculando de lo femenino a lo masculino, en un justo equilibrio.
- El tiempo cronológico de la biología no siempre va de la mano del tiempo lógico de nuestra psicología. A cierta edad el reloj biológico despierta la inquietud. Llegados los treinta la mujer desespera y elige ser madre por “miedo” a no poder serlo y no por verdadero deseo. El miedo contrae cada célula del cuerpo, el temor obstaculiza la procreación. Lo que disuelve el miedo es el amor y la entrega. El tiempo de espera que acontece hasta la llegada de ese bebé es un periodo fértil para conectar con el amor y salir del mero automatismo de buscar por desesperación.
- Por último, tomar conciencia y diferenciar la obsesión (a veces) “narcisista” de lograr el embarazo, del verdadero deseo de ser mamá. Ser mamá va más allá de gestar. Es una función de amor, de contención y de dedicación. Muchas mujeres ansían más quedar embarazadas que ser mamás y se enojan ante “esa” imposibilidad, perdiendo de vista que la maternidad va mucho más allá.
Toda mujer que quiera ser madre podrá serlo, no hay impedimento para semejante evento de altruismo y solidaridad. En todo caso el duelo deberá ser hecho por el embarazo que no aconteció. A veces inmersas en la angustia se oyen decir: “No puedo ser mamá”. La toma de conciencia ahorra el dolor de semejante resignación. La confianza en la vida nos entrega ante la posibilidad de pensar que “si no llega por algo será…” quizás hay un alma que en algún lugar ya nació y espera amor de quien pretenda ejercer tan digno rol. No hay “hijos biológicos” e “hijos del corazón”. Hay “hijos” y madres que eligen darse amor.
La experiencia de la espera es una posibilidad transformadora. Puede ser ocasión para convertirnos en mejores personas, para acercarnos a la maternidad con lucidez. Con conciencia de que seguramente no haremos todo bien, pero con disposición para aprender lo que tengamos que aprender.
El temor es indicador de desesperación, el amor nos sumerge en la plena aceptación y la real elección del ejercicio del rol.
Psicóloga Corina Valdano.