Las Redes Sociales pueden ser una trama humana que acorta las distancias, un espacio de expresión y difusión de causas nobles, un lugar de encuentro, de entretenimiento.
También pueden convertirse en un disfraz del aislamiento, un espionaje de la vida ajena, una manera infantil de agredir y un espacio para evadir…
Las Redes Sociales son un medio extraordinario, pero ¿qué sucede cuando solo son un fin? Cuando el uso se convierte en abuso y lo virtual le gana a lo real, ya no estamos “conectados” sino “enredados” en un entramado que nos mantiene atrapados.
Hay quienes se resisten a integrarlas y quienes no pueden dejar de usarlas. No se trata de enjuiciar sino de situarlas en su “justo lugar”. Cuando navegar en la red se convierte en una carnada que mantiene tu mente apresada, dejas de ser capitán y comienzas a naufragar.
Enredarse en las redes es invertir tiempo propio a espiar, admirar o criticar los movimientos del otro. Cuando te conviertes en un espectador de la vida ajena, te empobreces en la comparación. Es asombroso observar como lo virtual cobra a veces más entidad que la mirada real de quien se tiene en frente. Cuando lo valioso del contacto visual se desvanece por revisar la pantalla del celular, nos llenamos de contenidos, pero nos vaciamos de afectividad. Un “me gusta” no reemplaza una caricia, un “comentario” no sustituye un dialogo, una “etiqueta” no sustituye una presencia.
Cuando lo virtual le gana a lo real
Sucede también que nos perdemos de entregarnos a la experiencia directa en busca de la foto perfecta. Nos alejamos de la percepción y de los sentidos para sumergimos en el sinsentido de eternizar lo que ha de ser vivido con intensidad en ese preciso instante. Esto supone resignar las ansias de querer “mostrar” y lograr reconocer que la vivencia personal es superadora al reconocimiento y aprobación del colectivo virtual.
La pregunta oportuna resulta ser… ¿Qué se esconde detrás del afán de mostrar el plato elaborado que estoy a punto de degustar? ¿Qué vicio raro es aquel de contarle al mundo lo que estoy por hacer?
Se oculta en verdad, una necesidad irrefrenable de reconocimiento ajeno. Lo exagerado es lo que indica la carencia. Cuando el propósito es compartir experiencias y sentimientos, las redes son un puente para llegar a otros. Cuando la finalidad es que esos otros “se enteren” de lo fantástica que es mi vida, lo mucho que me divierto, lo rico que como, lo linda que estoy…es más un afán de reconfirmación ante una vida que duele demasiado cuando se corren los velos de lo virtual y se hace contacto con la propia existencia.
Los otros son felices menos yo
Por un lado, aquellas personas que suben contenidos de modo compulsivo, por el otro los que consumen “vida ajena” a través de esa inmensa vidriera…y suponen, imaginan, se enojan y comparan: “Se lo ve contento, como si nada…”. “Todo el mundo se divierte, en cambio yo…”. Olvidan que lo “exhibido” no es más que un recorte parcial de una vida por naturaleza “desprolija”. Facebook opera muchas veces como una especie de “photoshop” de las imperfecciones para mostrar el mejor perfil. Claro está, que quien sube recortes de su vida buscando validación, no elige la foto del lunes fastidiado, sino la del sábado entusiasmado, no muestra la sobra del martes sino el plato de chef y la copa de vino, tampoco un día de furia sino de plena relajación bajo el sol. Tomar esa “selección” como totalidad alimenta sentimientos de depresión, envidia y comparación. ¡A prestar atención con esto!
Cuando la vida es más exhibida que vivida nos alejamos de lo real. Cuando la pantalla me distrae de un contacto presente, deshonro a quien tengo en frente. Por eso, estar “conectados” no siempre es estar más cerca. De la misma manera que tener muchos amigos, no es sumar amistad. Este artículo es una invitación a reflexionar acerca del uso consciente de las Redes.
No se trata de negarlas, sino más bien de integrarlas como un medio para enriquecer el contacto humano, como la antesala de lo necesariamente real. Si lo virtual se agota en la exhibición ruidosa, si las “frases” son artilugios de comunicación indirecta para decir lo que tememos en presencia, si la persona virtual reemplaza a la real…es tiempo de que tomes el timón empieces a “navegar” sin dejarte enredar por las redes de lo virtual. ¡Que el próximo “Enter” sea consciente!
Psicóloga Corina Valdano.