¿Me quedo o me voy?
Seguramente más de una vez en la vida se han preguntado, en la misma o en relaciones distintas, ¿me quedo o me voy de esta relación?
Cuando esta pregunta aparece, la duda ya está instalada.
- Por un lado, esta pregunta puede ser dinamizadora para re-actualizar una relación que hace tiempo necesita renovación.
- Por otro lado, puede ser el inicio o la toma de conciencia de una distancia que se incrementa día tras día cuando comenzamos a sopesar los pro y los contra de seguir o no, en una especie de duda neurótica.
Es muy habitual empezar a enumerar lo positivo y lo negativo de nuestra pareja. ¡En esta evaluación minuciosa se nos puede ir la vida entera! ¿Por qué? Porque siempre vamos a encontrar motivos para quedarnos así como también razones para irnos. Dar un pasito hacia atrás y comenzar a juzgar, aumenta el desamor: "cómo come", "cómo mastica", "cómo habla", "cómo se queda callado", "cómo no me escucha", "cómo no se mueve y lo hace de una vez.". Cuando nos posicionamos desde la critica y la indignación todo se convierte en motivo de ira y de mayor desilusión.
Cuando la duda aparece...
Cuando aparece la duda y la inquietud, la acción más inteligente es abrir la reflexión y la comunicación abierta con nuestra pareja. Esto no es lo mismo que reprochar, criticar y quejarse de lo que el otro hace o deja de hacer, sino invitarlo o invitarla a mirar juntos la relación como si fuese una tercera persona. ¡Que de hecho lo es! De a dos, dar ese pasito hacia atrás y preguntarse cómo estamos funcionando como pareja puede ser el puntapié inicial para llegar a nuevos acuerdos, actualizaciones y puntos de encuentro.
Cuando las personas evolucionan y la pareja se estanca no es muy difícil adivinar el final, a no ser que cada uno vaya por su camino y sean solo una sociedad de convivencia o conveniencia.
A veces sucede que uno de los dos madura y la otra persona se queda atrás. Cuando acontece esto, la relación se desesquilibra, hay desencuentros y a veces distancias insalvables, que hay que aprender a aceptar.
Esto no está ni bien ni mal…, sino que a cada uno le corresponde preguntarse en intimidad y con absoluta sinceridad:
- ¿Qué necesidades emocionales y expectativas tengo respecto de la vida en pareja?
- ¿Estoy satisfecha? ¿Satisfecho?
- ¿Me ayuda a evolucionar o me tira hacia atrás?
Estas son las preguntas que la mayoría de las veces están ausente y es esto lo que convierte a una pareja en disfuncional o carente de todo sentido.
Tenemos la creencia de que para separase debe haber discusiones, peleas y gritos insoportables. Sin embargo los silencios violentos y los desencuentros continuos son tan validos motivos como los primeros.
Una relación puede terminarse por dos razones:
- Porque la relación es violenta.
- O, porque es una relación muy pobre.
Una relación puede haber empezado con mucha intensidad y profundidad pero se empobrece si sus integrantes no se detienen a re-actualizar ese vínculo que alguna vez fue motivo de felicidad.
¿Qué es reactualizar una relación?
La historia que unió una relación de a dos puede haberse ya cumplido… por ejemplo: "nos casamos, tuvimos hijos…" Pero para seguir desde la elección y no solo por mera repetición, necesitamos contarnos una nueva historia. Ya que el amor no es más que una historia romántica contada de a dos o un proyecto compartido a la par.
Reactualizar la relación, no es cambiarla por otra, sino relatar una nueva historia, abrir un nuevo capítulo que bien podría titularse ¿Para qué seguimos juntos?
Construir nuevos motivos y proyectos compartidos acortan la distancia que necesariamente sucede cuando dos personas dan sus pasos cada uno a su ritmo y dirección. Para generar renovados puntos de encuentro, se necesita hacer una pausa y sobretodo tener valentía y honestidad para afrontar las respuestas que puedan surgir cuando nos animamos a preguntarnos ¿quiero o no seguir estándo con esta persona que alguna vez elegí?
Acomodarse a lo que hay, es amputarse la posibilidad amar y crecer en una relación sana y despierta. Y no me refirió a un amor idílico, por supuesto que toda relación se torna más tranquila con el paso de los años, pero no por eso se vuelve menos auténtica, lejana u hostil.
¿Alimentas tu relación?
Una pareja es un ser vivo que es necesario alimentar. Cuando nos damos por sentado, se empieza a marchitar. Esto no implica forzar ni trabajar a pulmón para que la relación se sostenga si se tiene que terminar. Cuando la pareja se nutre todos los días, poquito a poco… sale del corazón. El esfuerzo aparece cuando se trata de resucitar lo desértico...y hay parejas secas, desvanecidas, fallecidas que siguen andando sin ninguna razón que los una más que el acostumbramiento o la comodidad… O lo que es peor: ¡Por los hijos! ¿los hijos? Ese es un grave error. Es mucho más sano venir de un hogar "partido", que vivir durante años en uno quebrado. Quienes continúan por sus hijos no se detienen a pensar que en verdad, les están mostrando una idea equivocada del amor, de lo que es una pareja sana y benéfica. Y el modelo de pareja que les dejamos a nuestros hijos es una herencia muy pesada con la que luego deberán lidiar si el ejemplo que le damos no es sano o es hipócrita. Con ese molde de pareja que le damos como referencia van buscando el zapato que mejor les calce y si el zapato les aprieta, encogen el pie en lugar de cambiarlo por uno más sano. Con esto no estoy decidiendo que uno debe ir por la vida estrenando zapatos nuevos todo el tiempo…no se trata de descartar relaciones salvables cuando hay aun demasiada tela para cortar. El problema es querer hacer una pollera con un pañuelo o usar pañuelo como pollera.
No te bajes del barco antes de tiempo
Así como hay parejas que siguen juntas por inercia, hay otras que abandonan el barco ni bien ven apenas unas pocas nubes negras. Los dos extremos son exageraciones y muestras de una gran inmadurez emocional.
No se puede dejar una relación por cualquier cosa, de la misma forma que no se puede sostenerla a pesar de todo.
Ni temprano...
Hay personas que se separan porque no toleran la más mínima frustración o porque tienen una idea idealizada del amor que no coincide con los ejemplares humanos reales que habitan este planeta. Mucho de esto se lo debemos a los príncipes y princesas que solo viven en Disney World….hasta que colorín colorado el cuento se acabo.
Ni demasiado tarde...
Hay otras personas que le ponen onda a lo que hace rato no tiene movimiento. Y sostienen la relación más por miedo que por sólidas esperanzas de que lo que murió renazca. Estas personas deberían preguntarse si no les da más miedo vivir los próximos veinte, treinta o cuarenta años con ese peso en la espalda y con esa duda clavada, negándose la posibilidad de volver a elegir o de vivir una fértil y digna soledad.
No tengo dudas de que el amor es para toda la vida, pero no necesariamente hacia la misma persona. Aquí hay un error de interpretación. Si creemos firmemente en esa expresión ¿por qué quedarnos ahí donde ya sabemos que no hay más jugo para exprimir?
El amor es para toda la vida, pero no necesariamente hacia la misma persona.
Hay relaciones que son para toda la vida y hay otras, no por eso menos valiosas, que son para una etapa de la vida. Las relaciones que nos acompañan un tramo muchas veces nos sirven para evolucionar, para "ensayar" un amor cada vez más sano y real.
El fracaso es llegar hasta el hartazgo, así como también lo es el retirarse antes de tiempo, sin hacer el más mínimo intento.
El fracaso de una relación es llegar hasta el hartazgo, así como también lo es el bajarse antes de tiempo del barco sin hacer el más mínimo intento por salvar un vinculo del naufragio.
Un vínculo de amor saludable de a dos, requiere de conciencia, de complicidad, de compañerismo, de sana discusión, de tolerancia, de aceptación, de empatía y de una cuota considerable de humor.
Hay dos salidas posibles ante la misma pregunta: ¿me quedo o me voy de esta relación?
Y las dos alternativas podrían resumirse en una única palabra que en sí misma es adecuada: renunciar.
- Renunciar... re-enunciar es "volver a enunciar" nuevos motivos que nos unan, reactualizar lo que ha quedado demasiado antiguo, llegar a nuevos acuerdos y construir renovados puntos de encuentro.
- Renunciar... ahora sí, sabiendo que nos podemos ir en paz porque remamos la barca con lo mejor de sí. Aquí la renuncia más que un acto de cobardía, es un suceso de tremendo heroísmo. Es reconocer aunque "duela en el alma" que ya no da para más y debemos dar un paso al costado...
El amor nunca fracasa, fracasamos las personas cuando confundimos su verdadero significado y en nombre del amor, justificamos cualquier aberración o actuamos con sumisión o penosa resignación.
Cuando la duda está instalada, hacernos cargo es hacer algo con eso que nos está pasando.