¿Cuál es tu zona de confort?
Una frase que se ha hecho muy popular en los últimos años y que a veces se tiende a distorsionar es la que nos anima a “salir de la zona comodidad”. Escuchamos y leemos en revistas de desarrollo personal “sal de tu zona de confort”, ¡da un paso más allá, anímate, supera, logra!
Pero ¿que debemos entender por animarnos, por lograr, por dar un paso más allá?
Puesto que lo que puede ser una superación para una persona puede ser un retroceso para otra, no podemos unificar y aplicar criterios por igual.
Para crecer y superar nuestras limitaciones, a todas las personas nos viene bien exponernos a situaciones que nos demanden más… Pero la pregunta es ¿más de qué? ¿más valentía, más voluntad, más determinación, más acción, más pausas, más constancia, más paciencia, más flexibilidad, más relajación, más tenacidad, más audacia? Cada quien tiene la respuesta.
Así como la zona de confort para alguien puede ser el letargo, para otra persona puede ser la hiperactividad y el hábito de no parar.
El auge del desarrollo personal suele ser mal interpretado, orientado exclusivamente hacia el aumento de la productividad y el rendimiento. Y la realidad es que en el mundo acelerado en el que vivimos y que siempre nos exige más… para muchas personas la zona de confort es el circulo vicioso de ajustar cinturón y convertirse en autómatas hacedores insaciables. Estas personas nadan como pez en el agua en sus rutinas exigentes pero se ahogan en un recipiente cuando no siguen una programación estricta y dura. Saben cómo manejarse con las obligaciones pero no tienen idea cómo hacer frente al disfrute y a la relajación. Para estas personas, salirse de su zona de confort no será `proponerse más y mejores resultados sino aprender a relajar su cuerpo y su mente y bajar la ansiedad. Quizás un retiro, una vacación, comenzar yoga o meditación, sea en estos casos la mejor recomendación para exponerse a lo distinto y salir de su zona de seguridad.
La zona de confort es la zona que nos es más familiar, aquella que ya no nos demanda conciencia ni superación. Es por eso que cuando nos proponemos dar un paso más allá, hay que tener bien en claro primero, dónde estamos pisando ¿Qué para cada uno es salirse de su mosaico?
Conocernos, “sabernos”, preguntarnos es el primer paso para expandirnos más allá de nuestros límites conocidos. El segundo es la determinación para “generar ocasiones” que nos demanden desplegar lo no desplegado de nuestra personalidad. Resalto la palabra provocar situaciones porque no van a acontecer por sí mismas.
Puesto que más de lo mismo, lleva a lo mismo necesitamos desde la voluntad instalar lo distinto bajo la firme conciencia de que será bueno para sí aunque en principio no nos den ganas. Esas “no ganas” es lo que nos mantiene volando por debajo de nuestras posibilidades y que a la larga reduce nuestra mirada de nosotros mismos y de la realidad. Nos acostumbramos a ver “más acá” y a poder “hasta ahí”.
Así como una planta que echa raíces comienza a elevarse, así el ser humano cuando se conoce comienza a desplegarse. Cuando eso no sucede hacemos de nosotros mismos un bonsái y nos sentimos cada vez más oprimidos. De esta manera lo que en un comienzo fue “confort” resulta en una incomodidad con la que es muy difícil de lidiar. ¿Por qué? Porque todo ser humano para sentirse feliz necesita sentir que se supera a sí mismo, que logra, que evoluciona, que progresa, que asciende y que traspasa los límites de su mente. Cuando esto sucede experimentamos un glorioso e íntimo sentimiento de orgullo personal y satisfacción con quienes estamos siendo momento a momento y podemos recién entonces, vernos como procesos en continuo movimiento.
Cuando nos sentimos siempre los mismos, nos aburrimos de ser quienes somos. Y siendo que todos, absolutamente todos los seres humanos traemos un potencial a desplegar, cuando eso queda truncado nos invade un profundo sentimiento de auto-traición por haber renunciado a lo más hermoso de sí: nuestra capacidad de expandirnos y de re-inventarnos
Cuando la zona de confort domina nuestra vida se vuelve poco estimulante y corremos el riesgo de volvernos apáticos, indiferentes y carentes de sentido. El sentimiento de vacío resulta de la carencia de nuevos desafíos.
¿Cuáles son los beneficios de salirnos de la zona de confort?
- Autoconfianza: ponerte a prueba y desafiarte en lo que te cuesta sin duda te volverá una persona más segura. En una especie de efecto domino tenemos argumentos reales para decirnos a nosotros mismos “si puede esto voy a poder con aquello”, razonamiento clave de toda auto-superación.
- Fortaleza interna: salirnos de lo conocido nos da temor pero trascender los miedos nos da vigor y resistencia. Voltear la mirada hacia atrás y darnos cuenta de todo lo que fuimos creciendo, superando y madurando es la mayor recompensa que puede sentir un ser humano que se propone vivir una vida con sentido y con conciencia. Esas son las sensaciones que pisan más fuerte a la hora de preguntarnos cuan felices y satisfechos nos sentimos con la vida que llevamos.
- Creatividad: así como la rutina nos ata a lo conocido, los nuevos desafíos nos vuelven personas más creativas y diestras al momento de encontrar soluciones o generar propuestas. A mayor exposición a situaciones novedosas, más experiencias e información para generar conexiones neuronales nuevas que amplían nuestra capacidad de respuesta y por ende nuestro repertorio de herramientas para hacer frente a la vida y enriquecerla.
- Crecimiento personal: cuando asumimos riesgos estamos contrarrestando unos de los obstáculos más engorrosos para nuestro desarrollo, el miedo al fracaso. No hay aprendizaje sin tropiezo o dificultad. Exponernos nos ayuda a desdramatizar y nos habilita a seguir creciendo porque la experiencia nos dice que nada puede ser tan tremendo. Podemos animarnos a subir cuando superamos el miedo a caer. Generalmente, estar dentro de la zona de confort supone estar fuera de la zona de mejora. No es suficiente con hacer actividades, lo importante es que éstas sean mentalmente desafiantes, no las mismas de siempre. De esta forma nuestra vida se vuelve estimulante y con sentido, pues nada tiene más significado que vernos crecer y desplegarnos. A eso vinimos.
- Sociabilidad gratificante y diversificación: todo inicio, toda nueva situación trae consigo la posibilidad de contacto con gente afín que ve la vida desde similar perspectiva. Cuando tenemos experiencias distintas nos renovamos y nos reinventamos y en este proceso vamos encontrando personas que están en nuestra misma sintonía. No es lo mismo conocer muchas personas que sociabilizar según nuestros intereses. Las relaciones que se establecen desde la decisión de mejorarse a uno mismo se fortalecen mucho más que aquellas sostenidas desde las rutinas de siempre.
- Lo primero y más importante es: olvídate de hacer lo justo y necesario. Si quieres superar tu propia marca, con poco no alcanza. Tus ambiciones tienen que estar ligadas al esfuerzo que estás dispuesto/a a hacer. Ascender supone el riesgo de hacer cosas que en un comienzo no se te dan muy bien. Ten en cuenta que la ansiedad no siempre es mala, en su justa medida nos estimula a ir por más y nos recuerda que estamos vivos y que no todo nos da lo mismo.
Puede generarnos ansiedad tanto activarnos como relajarnos y disfrutar, por eso es importante tener en cuenta lo que en un comienzo decía… lo que para cada uno es superación, es absolutamente personal e íntimo.
Ahora que sé lo bueno que es moverme de mi zona de confort ¿Cómo lo consigo?
- Haz distinto, piensa en que es lo que siempre harías y actúa en el sentido contrario. Ir en dirección opuesta a nuestras tendencias nos saca del confort aletargado que nos hace sentir siempre “el mismo sabor” personal. Involúcrate en actividades de esas que afirmarías con total seguridad “esto no es lo mío” o no va con mi estilo. Exponernos a contextos desafiantes a los que adaptarnos nos vuelve personas más flexibles y amplias. Y si luego decidimos volver a lo mismo, será desde la elección conciente y no desde el miedo y la resistencia al cambio. Conocer una vasta diversidad y a continuación elegir un estilo personal no es lo mismo que repetir más de los mismo por limitación o ignorancia.
- Acompaña tus procesos internos con cambios externos, tal como es adentro es afuera, son dos caras de la misma moneda. Hacer modificaciones externas, cambiar las cosas de lugar, renovar tu estilo personal, viajar, frecuentar nuevos lugares, verte en espacios extraños incentiva y potencia tu espíritu de renovación. Los cambios externos exigen cambios internos, del mismo modo que los cambios internos se manifiestan en transformaciones externas.
- Sintoniza con tu espiritualidad, superarnos y desplegarnos solo es posible cuando dejamos de actuar en piloto automático y nos volvemos personas concientes y presentes. Las pausas diarias que nos recuerden hacia dónde vamos y para qué hacemos lo que hacemos son fundamentales para no perdernos en las rutinas de siempre y dotar de sentido a cada uno de los desafíos que asumimos.
- Conoce gente nueva, los apegos a los vínculos de siempre hacen que estemos merodeando siempre en las mismas ideas, creencias y perspectivas acerca de la vida y de cómo vivirla. Cuando conocemos personas distintas, con culturas y costumbres que nos son ajenas, ampliamos nuestras preguntas y respuestas. Podemos pensar en implementar en nuestra vida, hábitos, ideas y costumbres nuevas que no teníamos en cuenta.
Salirnos de lo de siempre, expande nuestro “Yo” a límites impensados. Superarnos nos reconforta y nos engrandece.
Si queremos sentirnos felices y realizados, el primer paso es saber qué partes nuestras necesitamos hacer crecer y trabajarlas, trabajarlas y trabajarlas hasta fortalecerlas lo suficiente como para madurarlas y hacerlas nuestras.
¿Te animas a salir de tu zona de comodidad? Las recompensas son muchas y la sensación inigualable. Siempre se está a tiempo de innovar y si las limitaciones que sientes son más fuertes que tus ansias de mejorar, busca ayuda para transitar este proceso personal que tanta satisfacción te traerá.