Para comprender la esencia de este artículo, es preciso apreciar la personalidad como un gran mosaico compuesto de piezas de diferentes formas y colores. A primera vista parece una pieza unificada, pero si acercamos la mirada tal como lo haríamos con un microscopio imaginario, nos encontramos con un montón de partes unidas entre sí, que no siempre se enlazan armoniosamente…
Cuando decimos “YO” nos estamos percibiendo como mosaico entero. Esta posibilidad nos permite crear un sentido de identidad. Sin embargo, seguramente has advertido mil voces en tu cabeza hablando a la vez. Calma…no creas que estás bordeando los límites de la locura, esta condición natural se debe a que las piezas que componen el mosaico de tu personalidad no están pudiendo ponerse de acuerdo entre sí. Cuando esta condición se intensifica, hablamos de un Trastorno de Personalidad Múltiple. Sin llegar a estos extremos, todos convivimos con esta multiplicidad de “pequeños yoes” que interactúan entre sí y no pocas veces entran en conflicto. Como consecuencia de los desacuerdos entre las partes, se generan “conflictos Intra-personales” (dentro de la persona). Esto es: diversas “partes” de uno mismo pretenden, quieren, valoran y se sienten atraídas por motivaciones diferentes y guían comportamientos excluyentes y a veces, rotundamente opuestos entre sí.
Veamos algunos ejemplos para que resulte más comprensible:
“Una parte de mí quiere terminar de cursar la carrera que empecé y otra parte de mí quiere viajar y aventurarse a nuevas experiencias”.
“Una parte de mí quiere cuidarse, hacer deporte y llevar una vida sana y otra parte de mí quiere descansar, fumar y comer por puro placer”.
“Una parte de mí quiere comprometerse y estar en pareja y una parte de mí quiere sentirse libre, sin ataduras y disfrutar de la soltería”.
“Una parte de mi desea ser una mamá presente y otra parte de mí quiere abocarse al desarrollo profesional”.
Podríamos seguir enumerando un sinfín de contradicciones internas, ¿verdad? Ya puedes comenzar a indagar... ¿Cuáles son tus partes en conflicto?
Estas incompatibilidades generan mucha “fricción interna” y nos demanda una enorme cantidad de energía. “Nos sentimos divididos”. Tenemos la sensación de que no podemos alcanzar simultáneamente los objetivos que pretenden cada una de esas partes y a la vez no queremos renunciar a ninguna de las posibilidades. La sola idea de sacrificar una opción por alcanzar la otra, nos angustia y nos enoja.
Estas incongruencias pueden derivar en tres comportamientos diferentes:
1- Bloqueo de la acción: cuando quedamos sumergidos en la consideración de los aspectos positivos y negativos de una u otra opción, en las ventajas y desventajas de cada una de las alternativas, no pudiendo elegir ni comprometernos con ninguna. La dificultad de renunciar a los beneficios de una de las posibilidades, inhibe la acción. Por ejemplo, una persona que no puede decidirse entre diferentes opciones de negocio y por ello nunca emprende ni consolida ninguna empresa.
2- Conducta oscilante: cuando alternamos entre dos comportamientos que resultan incompatibles entre sí. Imagina que te gusta sentirte activo y saludable, decides comenzar a entrenarte, lo sostienes durante un tiempo hasta caer en períodos de desidia y dejadez. Se sostiene un extremo de la polaridad hasta llegar a la “saturación” para caer luego en el extremo opuesto de esa polaridad, una y otra vez en períodos relativamente breves de tiempo. Aquí también se incluyen las personas que encuentran excesivo placer en la comida y les preocupa a su vez su silueta, van y vienen toda la vida entre excesos y restricciones, no pudiendo encontrar el equilibrio entre ambas tendencias.
3- Exagerar un extremo y reprimir el otro: cuando ante esta contrariedad focalizamos en una posibilidad y negamos la otra. La elección por ejercer un comportamiento en detrimento de otro puede responder a los propios valores o a lo que creamos que es más reconocido y aceptado en la cultura a la que pertenecemos. Es el caso de personas que se debaten entre agradar a los demás o atender a sus propias necesidades. Si se sienten “egoístas” cada vez que se ocupan de sí mismas, pueden edificar una personalidad orientada hacia las expectativas y preferencias ajenas bajo el precio de relegar los propios intereses y deseos. En algún momento, la gota colma el vaso y quien siempre se mostró complaciente estalla en un brote de ira para liberar la energía de tanta frustración acumulada. Sin embargo, cuando la marea baja…vuelve a su patrón de conducta habitual, por supuesto…hasta volver a llenar el mismo vaso que acaba de vaciar.
La inhibición nos lleva a la inmovilización.
La oscilación nos lleva a la inestabilidad.
La represión nos lleva a la exageración.
Entonces: ¿Cómo unir lo dividido? ¿Cómo conciliar lo incompatible?
Buscando aliviar tensiones
La armonía entre las partes embravecidas acontece cuando sus voces son escuchadas y se revela una profunda comprensión:
“TODO COMPORTAMIENTO ES GENERADO POR UNA INTENCIÓN POSITIVA”
Esta afirmación destierra la idea de un inconsciente “autoboicoteador” que acecha y nos doblega por nuestra parte más vulnerable. Aun, aquellos comportamientos que nos resultan incomprensibles y hasta son perjudiciales, nacieron de una intención positiva. Por ejemplo: la intención positiva de una persona que fuma puede ser disminuir su ansiedad, evadirse de una dificultad o buscar tranquilidad. Estos beneficios sostienen el mal hábito.
Cada porción de uno mismo busca bienestar o pretende evitar el malestar. Reconocer y legitimar esta intención nos ayuda a no enojarnos con “nuestras partes” y comenzar a buscar medios más propicios para obtener lo pretendido sin dañarnos a nosotros mismos ni a los demás.
Algunas de las posibles preguntas serán:
¿Cómo captar la atención de los demás sin tener que siempre dar la nota?
¿Cómo sentir cerca a los demás sin enfermarme para ser cuidado?
¿Cómo sentirme querido por mis amigos sin tener que agradarles todo el tiempo?
¿Cómo encontrar placer sin llegar a ser obeso?
Lo que estará en juego no es el QUÉ sino el CÓMO. ¿Cuáles son los medios de los que dispongo para lograr lo deseado?
Otra premisa importante se desprende de aquí:
“LAS PERSONAS TOMAN LA MEJOR OPCIÓN QUE CONSIDERAN DISPONIBLES PARA ELLAS”.
Se trata entonces de ampliar posibilidades para disponer de estrategias más saludables, maduras y creativas que sean coherentes con las intenciones que perseguimos. Un trabajo terapéutico bien encaminado facilita el acceso a nuevas y mejores herramientas para abordar estos conflictos.
Reconciliando nuestras partes
Para aplacar el conflicto entre nuestras partes podemos comenzar por:
1- Identificar las partes en conflicto (conductas que se contradicen, valores que se oponen, opciones que se excluyen). Ayuda hacer un inventario de esas partes llamadas “yoes”, asignándoles un nombre a cada una de ellas: “la inocente”, “la emprendedora”, “la miedosa”, “la víctima”, “la creativa”, “la culpógena”, “la agresiva”, “la postergadora”, “la pacificadora”, “la justiciera”, etc., etc.
2- Averiguar la intención positiva que persigue o anima a cada una de las partes implicadas. Legitimarlas y reconocer lo bueno que aporta cada una de ellas. Ascendiendo en la escala de valores, nos daremos cuenta quizás en este punto que partes que parecen irreconciliables, se “tocan” entre sí o persiguen cada una a su modo, lo mismo o algo similar.
3- Ponerlas a dialogar posicionándonos como espectadores y facilitadores del dialogo.
4- No colocarnos ante la encrucijada de tener que elegir una y desterrar otra. Se trata de “integrar” las energías de las partes, como entretejiendo una con la otra, haciendo espacio para que se expresen. Por ejemplo: una parte exigente no tendrá que dejar de proponerse objetivos y perseguir su auto-superación, deberá integrar la polaridad que equilibra esa exageración, contemplando esa otra parte más ociosa y relajada que pudo haber quedado relegada y necesita expresarse y hacerse oír. Muchas veces, los síntomas y las enfermedades del cuerpo y de la mente son las maneras en que las partes desoídas claman ser escuchadas.
Cada tanto debemos hacer una “reunión de consorcio” para atender a todas las partes, escuchar todas las voces y llegar a acuerdos que se expresen en acciones congruentes y cada vez más coherentes. La incoherencia en la acción resulta de partes que se desprenden como “resortes” de ese gran mosaico compuesto de piezas que llamamos personalidad…
Seamos democráticos, seamos coherentes. Tengamos PAZ.
Más nos conocemos, más nos comprendernos, mejor nos gestionamos.
Psicóloga Corina Valdano.