¿Qué elecciones tomas momento a momento?
La vida puede ser concebida como una sucesión de elecciones continuas. Todo el tiempo, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos observando la realidad y optando entre distintas opciones.
La palabra “elegir”, etimológicamente es muy interesante, pues deriva del latín “e-ligere” : que significa escoger, leer, sumado al verbo “e-ex”. Esto conlleva que, como seres humanos, tenemos la capacidad de “leer” la realidad y decidir entre qué opciones elegir.
Hacer de esta palabra un verbo, es ser consciente de que a cada momento somos electores activos y no meros receptores pasivos de lo que la vida nos ofrece.
Así la vida sería como un gran “banquete” y como selectores conscientes escogemos aquello que resuena con nuestras preferencias. Sin embargo, a veces, desde un estado de plena inconsciencia, solo repetimos lo de siempre, desatendiendo o desconociendo el enorme abanico de posibilidades que dejamos fuera cada vez que escogemos lo mismo pudiendo optar por lo distinto.
La vida es como un gran “banquete” y como selectores concientes escogemos aquello que resuena con nuestras preferencias. Sin embargo, a veces, desde un estado de plena inconciencia, solo repetimos lo de siempre, desconociendo el enorme abanico de posibilidades que dejamos fuera cada vez que escogemos lo mismo pudiendo optar por lo distinto.
Pausar para reflexionar. Reflexionar para optar.
Como seres humanos contamos con la capacidad de pausar y reflexionar. A diferencia de otros seres sintientes, poseemos una consciencia que nos permite discernir y optar cómo queremos vivir..., por eso, según el budismo obtener una "vida humana" es todo un privilegio, si entrenamos la mente para tomar decisiones conscientes.
Tenemos a nuestro alcance la posibilidad de "vetar" la mera repetición para habilitar una interrogación que marcará la diferencia entre la rigidez y la flexibilidad, la creatividad y la repitencia, la fijación de la personalidad o la expansión de nuestro mayor potencial.
Sin reflexionar, elegir puede reducirse a un mero repetir. Lo que termina siendo una elección pasiva que nos detiene en más de lo de siempre. Aunque nos neguemos a optar entre una u otra posibilidad, no podemos rehuir de la responsabilidad tan inherente a lo humano esencial: "decidir". Es decir que quienes no eligen conscientemente su vida, la están eligiendo inconscientemente, y ese es un peligro que podemos evitar si nos hacemos cargo activamente de los caminos que queremos tomar.
Quienes no eligen conscientemente su vida, la están eligiendo inconscientemente, y ese es un peligro que podemos evitar si nos hacemos cargo activamente de los caminos que queremos tomar.
¿Más de lo mismo?
Cuando nos paralizamos y nos quedamos siempre en el mismo lugar, estamos pasivamente reforzando esa elección de seguir anclados. Cuando estamos en “A”, sin elegir “B”, “C”, o “D” por temor a errar, en verdad nuestra elección sigue siendo “A”, aunque en nuestro interior anide la fantasía de que obviamos asumir el riesgo de elegir. No nos damos cuenta que, muchas veces, el mayor riesgo es seguir instalados en el mismo sitio que a la vez detestamos. Evadiendo la ansiedad de optar activamente reforzamos la angustia existencial de quedarnos en el mismo lugar: en una antigua forma de ser, en una forma torpe de comunicar, en una manera de estar, de sentir o de reaccionar. Cuando no nos comprometemos a ensayar otras maneras, reforzamos la misma identidad que a la vez, nos condena.
No nos damos cuenta que, muchas veces, el mayor riesgo es seguir instalados en el mismo sitio que a la vez detestamos. Así queriendo evadir la ansiedad de optar activamente, reforzamos la angustia existencial de quedarnos en el mismo lugar de siempre. Cuando no nos comprometemos a ensayar otras maneras, reforzamos la misma identidad que a la vez, nos condena.
Ya sabiendo que no hay manera de escapar de la responsabilidad de optar. hay una segunda instancia fundamental a considerar:
“No toda elección activa, necesariamente es constructiva”
Elecciones Progresivas y Elecciones Regresivas
Existen dos tipos de alternativas que sin duda nos conducen a destinos muy distintos: las Elecciones Progresivas y las Elecciones Regresivas. Como su nombre deja entrever las primeras nos alientan a crecer, las segundas refuerzan un mismo limitado modo de ser.
1- Elecciones Progresivas
Una Elección Progresiva, es aquella que nos anima a desplegarnos, que nos saca de la “cómoda” y resignada quietud estancada, pues impacta en la realidad y modifica el propio entorno, generando además, un “nuevo sabor personal”.
¿Un nuevo “sabor personal”? Se preguntarán… ¿qué es? Pues, es esa íntima sensación de darnos cuenta que hicimos algo que antes no. Como quien prueba una nueva comida y siente un nuevo sabor… A veces nos pasa que “nos sabemos desabridos” pudiendo condimentar nuestro accionar con cualidades y valores que desconocíamos hasta entonces.
Podemos optar por elecciones progresivas y elegir sumar, en lugar de seguir restando. Así, de repente acontece el milagro de dejar de ser previsibles para sí mismo y para el contexto que nos rodea y muchas veces nos da por sentado…
- Si siempre contestábamos mal, puede que aparezca algo de amabilidad.
- Si la impulsividad fue lo que marcó nuestro modo de actuar, la capacidad de reflexión puede hacer su aparición.
- Si la intolerancia fue siempre una marca personal, la paciencia puede timidamente asomar.
Una Elección Progresiva siempre nos invita a mejorar, a trascender las fronteras de nuestra limitada personalidad, a ampliar el repertorio de nuestras estereotipadas respuestas. Cuando optamos por elecciones progresivas, orientamos nuestras acciones en dirección a la persona que queremos ser.
Elecciones Regresivas
Una Elección Regresiva, en cambio, es aquella que se refuerza a sí misma. Imaginamos cambiar desde el pensamiento mágico de que "todo se sucederá sin que nada hagamos…". Decimos querer modificar ciertos patrones de nuestra personalidad y sin embargo no hacemos nada distinto ni creativo. Es decir, ante lo mismo, repetimos.
Por lo tanto, toda decisión debe ir acompañada por la siguiente reflexión:
¿Estoy optando por una Elección Progresiva o una Elección Regresiva?
Avanzar requiere de firme voluntad y de la clara determinación de actuar diferente a como lo hacemos siempre
Aquello que deseamos modificar de nuestra personalidad no sale de manera natural.
Lo nuevo supone un esfuerzo, lo único que nos sale de manera natural es más de lo mismo que acostumbramos a actuar. El cerebro es muy perezoso y repite lo de siempre si no lo ponemos a trabajar.
Muchas veces nos genera resistencia ejercer algo que consideramos "forzado”, nos da la sensación de que no es auténtico, sincero o genuino. Sin embargo, viene bien preguntarnos...
lo que repetimos y "nos sale desde adentro…” ¿es realmente nuestro? ¿O solo forma parte de nuestros condicionamientos?
No hay cambio que acontezca de una manera “natural” sin la intervención de nuestra plena consciencia. Elegir el crecimiento y el aprendizaje requiere de nuestra esmerada VOLUNTAD. Y esta bella palabra debe ser reivindicada y puesta en su justo lugar. Junto a otras tantas palabras más que tienen mala prensa y sin embargo deberíamos considerarlas y atesorarlas: la disciplina, la perseverancia, la constancia y el esfuerzo, forman parte de una verdadera transformación personal.
Poner voluntad y esfuerzo por mejorar, es el acto más digno que podemos ejercer frente al pensamiento mágico de este siglo que afirman que lo que “no sale de adentro no es auténtico”.
Somos verdaderamente auténticos cuando desde la voluntad elegimos lo constructivo a más de lo mismo. Y lo que nace de la voluntad, puede convertirse con el tiempo en el acto natural más bello de modificarnos, en lugar de seguir excusándonos y justificándonos diciéndonos que “no somos nosotros si hacemos esto y no lo otro”. Porque en definitiva: ¿Quiénes somos? Pues bien, el resultado de las decisiones que tomamos…¿no? Lo que decidamos desde la plena conciencia hacer con eso que decimos que somos, es lo que realmente se refleja en la identidad que nos representa. La personalidad es tan moldeable como la arcilla en el arte.
Somos verdaderamente auténticos cuando desde la voluntad elegimos lo constructivo a más de lo mismo. Lo que nace de la voluntad, puede convertirse con el tiempo en el acto natural más bello de modificarnos en lugar de seguir excusándonos y justificándonos diciéndonos que “no somos nosotros si hacemos esto y no lo otro”.
No hay grandes saltos, hay pequeños pasos. No hay grandes decisiones sino sumatorias de pequeñas elecciones. Podemos decidir momento a momento, entre Elecciones Progresivas y Elecciones Regresivas. Sin duda, nuestro favorable destino dependerá de elegir las primeras a las segundas.
Les animo a que ahora que ya saben diferenciar entre estas dos alternativas de elecciones en la vida, ante cada decisión se pregunten: esto que estoy a punto de decidir ¿me suma?
Los invito a aumentar el mayor capital que pueden atesorar: la capacidad de elegir la vida que quieren vivir. Lo contrario es solo repetir, repetir y repetir... Y eso se parece más a sobrevivir que a vivir con plena consciencia de si.