La Importancia de tener Metas en la Vida
Si comprendemos la vida como un camino a recorrer, sin dudas tiene que haber algo que nos impulsa a seguir andando. Ese motor que nos mueve hacia adelante es el entusiasmo por conseguir aquellas metas que nos motivan.
Las metas que anhelamos se enmarcan dentro de un proyecto de vida más amplio en el que cada ser humano debe ser arquitecto y obrero de su propia creación. Este proyecto no necesariamente debe ser el definitivo. Podemos tomarlo como un bosquejo que vamos revisando y ajustando, pero nos orienta para no perdernos en el universo de múltiples opciones y posibilidades.
Arquitectos Minuciosos y Obreros Improvisados
Combinar la teoría con la práctica para proyectar y luego darle forma a nuestro proyecto de vida, no es una tarea sencilla. En este sentido, podemos distinguir dos tipos de personas:
- Los arquitectos de vida minuciosos aquí se incluyen a aquellas personas que planifican cada detalle, que investigan en profundidad y analizan cada variable. Trazan, corrigen y vuelven a delinear su boceto de vida, una y mil veces, sin avanzar con determinación hacia ninguna dirección. Su perfeccionismo y su indecisión les demora el pasaje a la acción. Esta dilatación es en verdad una postergación de la acción por temor a la frustración y a la decepción. Estas personas quedan varadas en el inicio o en algún tramo significativo del camino sin poder avanzar. Les falta osadía y valentía y les sobra justificación y postergación. Necesitan reconocer que lo bueno hecho es preferible a lo perfecto nunca realizado. Estas personas al cabo de los años, advierten que su vida ha sido más pensada que realizada.
La vida debe ser consumida aún en el error, pues con frecuencia, se halla la verdad a través del error. Carl Gustav Jung.
- Del otro lado tenemos a los obreros de vida improvisados, que van cavando en lugares inciertos, que comienzan a poner ladrillos sin planear la edificación, que subestiman los cimientos y siguen adelante sin detenerse a reflexionar la direccionalidad de sus esmerados pero desordenados esfuerzos. Empiezan y dejan, hacen y deshacen, retornan y abandonan. Con el pasar de los años, estas personas al volver la mirada sobre su obra advierten que de tan desprolija no tiene forma.
La Planificación Ejecutada
En el medio de esas dos polaridades, se sitúan los constructores inteligentes, aquellas personas que saben elegir los colores de entre la enorme gama y dar sus pinceladas, Tenen la paciencia para la planificación y la audacia para la acción. Son capaces de revisar lo hecho para no persistir en el error y de disfrutar del proceso de construcción.
Los Constructores Inteligentes
- Elaboran un proyecto de vida.
- Establecen prioridades.
- Orientan sus energías hacia metas concretas.
- Definen y mantienen hábitos coherentes con su plan de vida.
- Revisan su proyecto las veces que sean necesarias.
- Realizan ajustes, tienen auto-crítica y saben auto-motivarse. Se equivocan y no se condenan por eso.
- Se desconciertan, se dan cuenta, se dan tiempo, pero no se toman la vida entera para volver a tomar las riendas.
¿Parece difícil? Nadie dijo que sea fácil, pero más difícil es quedarse eternamente en la insatisfacción y en la frustración de lo no hecho.
Traemos a esta vida un manojo de semillas para ser sembradas en tierra fértil y regadas con dedicación. Nuestros dones y talentos únicos se hayan en estado de latencia aguardando su manifestación. Esta expresión será posible solo si nos animamos a vivir, a arriesgarnos lo suficiente y a dudar lo necesario para tomar las decisiones que a cada uno le corresponde tomar en el diseño y ejecución de su proyecto de vida.
Las personas que así lo hacen vuelven la mirada hacia atrás y sienten que han avanzado, que no son las mismas que al inicio del camino, que se dejaron coser en el horno de la vida y sienten el sabor de la “realización”.
Una vida realizada no es una vida admirada por los demás, sino aquella que ha sido cultivada con dedicación y acción esmerada.
Una persona realizada es aquella que ha sabido hilvanar sus pequeñas metas para componer el lienzo mayor de su existencia.
La verdadera satisfacción, precisa que lo tejido alcance a cubrir la desnudez del sinsentido, que nos dé el suficiente calor para sentir el cobijo del esfuerzo, el mérito de lo conseguido y el aprendizaje de lo sufrido. Sí, lo padecido… ahí donde la vida duele… nos fortalece, podemos transformar el dolor en la materia prima de una mejor versión. Ser constructores inteligentes no nos exime del error, pero nos preserva de la inacción y nos refugia de malograr nuestras semillas, que nos fueron dadas para convertir en frutos y no para quedar bajo la tierra endurecida que no ha sido removida por la desidia de su agricultor.
Una vida realizada no es una vida admirada por los demás, sino aquella que ha sido cultivada con dedicación y acción esmerada.