El Síndrome del Impostor
¿Has sentido alguna vez que descubrirán que no eres tan bueno en lo que haces como los demás lo creen? ¿Crees que la suerte o la casualidad tienen más peso que tus méritos para conseguir tus objetivos? ¿Sientes internamente que no mereces todo lo que has logrado?
Si es así, estas sufriendo de un trastorno poco conocido pero muy frecuente: El Síndrome de Impostor. La densa sensación de creer que en algún momento las personas se darán cuenta de que eres un fraude y de que, en verdad, no mereces nada de lo que has conseguido por tu cuenta.
Muchas personas no son capaces de internalizar y apropiarse de sus éxitos. Son “aplaudidos”, pero sufren en silencio porque se sienten una estafa. Piensan que nunca saben lo suficiente como para sentirse inteligentes y capaces. No se dejan en paz. Trabajan y se esfuerzan más de la cuenta y eso los lleva a concluir que lo poco o mucho que consiguen es gracias a que hacen el doble de esfuerzo que otros hacen para alcanzar lo mismo… porque a ellos “no les da la cabeza” ni consiguen nada fácilmente. En cambio, suelen pensar que las personas exitosas, dignas de su admiración han llegado donde están fruto de un talento natural y con la ligereza propia de alguien a quien nada le cuesta. Se comparan con el “mejor” y se ponen la vara tan alta que nunca la alcanzan… es agotador sentir que “siempre falta” para sentirse que están a gusto con quienes son y tienen valor.
Este síndrome afecta a hombres y mujeres por igual, generalmente a personas hiper-exigentes y paradójicamente exitosas. Sucede que una vez que han alcanzado cierto reconocimiento o admiración, no se relajan porque sienten que no pueden bajar su promedio de rendimiento y cada vez necesitan más logros y “sensación de saber” para sentirse bien con ellos mismos, e incluso nunca llegan a a estar conformes con quienes son o están pudiendo ser en un momento dado de sus vidas.
Patrones de conducta en las personas que experimentan sentimientos de ser impostor
Perfeccionistas:
Establecen expectativas extremadamente altas para sí mismas. E incluso si alcanzan el 99% de sus objetivos, van a sentir que han fracasado porque les falto el 1%. Cualquier pequeño error los lleva a cuestionarse sus competencias.
Expertos:
Sienten la necesidad de saber cada pieza de información antes de iniciar un proyecto y constantemente buscan nuevas certificaciones y entrenamientos para mejorar sus habilidades. Tampoco aplicaran para un trabajo si no cumplen a la perfección con absolutamente todos los criterios solicitados para el puesto. También pueden dudar de hacer preguntas en una clase o hablar en voz alta en el trabajo por temor a parecer estúpidos.
Idea de Genialidad Innata:
Cuando trabajan duro para lograr lo que se proponen, concluyen que no son lo suficientemente buenos. Creen que las habilidades deberían llegar con facilidad, y cuando tienen que esforzarse, su dialogo interno le susurra al oído que eso es la prueba de que es un impostor o una impostora.
Solistas:
Creen que tienen que lograr todo por su cuenta, y si necesitan ayuda es prueba de que ellos no pueden por sí mismos.
Exigencia desmedida:
Trabajan el doble que los que están a su alrededor por temor a quedar atrás. Además, se exigen perfección en todos los ámbitos de su vida: trabajo, pareja, amistad, crianza, etc. Y se sienten estresados cuando en algún aspecto de su vida, creen no dar en la talla.
¿Se nace o se hace?
Una persona que padece este síndrome es la combinación de un temperamento ansioso y un ambiente exigente. A veces, memorias de la infancia, como el sentimiento de que las notas obtenidas nunca eran lo suficiente para sus padres o que algún hermano eclipsaba el desempeño propio, pueden dejar un impacto duradero. De pequeños, van internalizando la idea de que para ser amados necesitan ser exitosos.
¿Cómo lidiar con el Síndrome del Impostor?
Un primer paso para superar el sentimiento de sentirse una estafa es reconocer los pensamientos y diálogos internos y ponerlos en perspectiva en lugar de identificarnos con ellos. No involucrarnos con todos los contenidos de nuestra mente es sanador… Poder decirnos amorosamente: “esto es solo un pensamiento que habita en mí” es hacernos la vida más fácil y sencilla. Cuestionar y preguntarnos ¿este pensamiento me ayuda o me dificulta? Es un gran avance en nuestra evolución de consciencia.
Cuestionar y preguntarnos ¿este pensamiento me ayuda o me dificulta? Es un gran avance en nuestra evolución de consciencia.
La inteligencia sin la sabiduría de cómo vivir y tratarnos es una herramienta que no aporta riqueza.
Las personas que no se sienten impostoras no son más capaces, inteligentes o competentes que las que así se sienten. Esto significa que solo tenemos que aprender a pensar como no impostores. No juzgarnos con severidad, darnos margen de error, comprendernos humanos imperfectos y no maquinas de rendimiento, descomprime el diario vivir.
Si te sentís identificado con lo que estás leyendo, ¡respira!, no hay suerte ni circunstancia favorable que opaque tu mérito. Disfruta el camino de tu evolución, sin presiones que ocasionen un sufrimiento inútil. La inteligencia sin la sabiduría de cómo vivir y tratarnos es una herramienta que no aporta riqueza. Procura que tu crecimiento vaya de la mano de tu bienestar.