No muerdas el anzuelo
¿Quién no ha mordido una y otra vez ese mismo anzuelo que se prometió no morder?
¿Quién no ha caído en reacciones, en impulsos, en hacer comentarios o cometer agresiones y en el instante después, se arrepiente? Si te pasa algo de esto, déjame decirte algo: sos un ser humano. Si querés saber cómo dominar esa tendencia irrefrenable, es bueno que conozcas este concepto: SHENPA.
Cuando descargar nuestra tensión tiene sus consecuencias
Una vez pasa la impetuosa tendencia de “descargar” la tensión que genera “quedarse en el molde” y no actuar de las mismas maneras de siempre, nos sentimos mal por no conseguir auto-gestionarnos con plena consciencia. Así terminamos en situaciones incomodas, generando conflictos innecesarios con los demás, sintiéndonos mal con nosotros mismos por haber vuelto a “pisar el mismo palito”, a caer en aquellos hábitos que deseamos cambiar. Ese sabor amargo es consecuencia de “habernos enganchado” en aquello de lo cual deseamos poderosamente librarnos.
En la psicología oriental hay una palabra de origen tibetano que describe muy bien este impulso a dejarnos llevar por la corriente de lo que nos daña: esa palabra es Shenpa.
Shenpa es algo así como la propensión a “engancharnos” en ese gancho que nos conduce de las narices a lugares no deseables que ya conocemos pero nos cuesta desapegarnos de ellos. La metáfora apropiada sería la de un pez que ve pasar la carnada y muerde, víctima de la tentación, termina siendo llevado por la tanza a través de la correntada y de pez se convierte en pescado.
Lo que "gatilla" nuestro Shenpa
Cuando alguien dice o hace aquello que gatilla nuestro “shenpa” nos convertimos en peces mordiendo el anzuelo y siendo arrastrados por la tanza de nuestros condicionamientos y hábitos de siempre. Es muy difícil encontrar una única palabra que describa “shenpa” pero seguro todos sabrán a qué me refiero porque en lo cotidiano se nos presenta una y otra vez.
Siguiendo con las analogías podría decir que “shenpa” sería algo así como la picazón y la urgencia de rascarse. Es difícil no rascarse allí donde pica ¿verdad? Rascarnos nos alivia… pero también nos irrita y nos lleva a no poder parar de rascarnos hasta volver roja la piel. Así que “urgencia” es también una palabra apropiada. La urgencia de buscar tener razón, de marcar lo que está mal, de criticar, de juzgar, de fumar ese cigarro, de comer de más, de beber un último trago o de hacer eso que “no podemos aguantarnos”. Lo que sea que constituya la base de nuestra compulsión que busca aliviar la tensión de la picazón o de la incomodidad inicial, eso es “shenpa”. Rápidamente, la ira nos atrapa y como en un espiral descendente vamos bajando escalones de consciencia y nos subimos al ring a boxear o caemos en picada en nuestra autoestima por engancharnos a un comentario que nos remueve alguna herida. Si padecemos algún tipo de adicción “rascar lo que nos picó” será anestesiar esa incomodidad o sentimiento desagradable que emergió cuando nos dejamos “atrapar” por aquella intervención que nos pego justo en donde más nos dolió.
Shenpa es ese anzuelo que mordemos cuando nuestras partes más vulnerables son tocadas y no podemos dejar de reaccionar desde tendencias muy primitivas. Y como un pez pescado, herido y devuelto al mar, vuelve a morder el anzuelo porque no aprendió de la experiencia anterior, así nosotros volvemos a dar el mordiscón y a arrepentirnos una y otra vez.
¿Cómo comenzar a identificar sobre nuestros Shempas?
Al comienzo no nos damos cuenta de esta tendencia hasta que comenzamos a trabajar sobre nosotros mismos y tomamos consciencia de cuales son nuestros Shenpas. Es aquí cuando algo de sabiduría (prajna) o clara visión hace su aparición para disipar algo de nuestra ignorancia. Aunque todavía nos cueste dejar de rascarnos, al menos comenzamos a identificar lo que nos pica. Todo es parte de una reacción en cadena que comienza cuando algo dentro nuestro se tensa y buscamos aliviar ese nerviosismo de maneras poco sabias o gentiles para nosotros mismos y los demás. La rascada forma parte del Shenpa pero al menos ya hemos avanzado en el darnos cuenta. Ampliar el espacio entre el estímulo y la reacción es una manera de comenzar a ganar dominio personal. Llegará el momento en que si seguimos trabajando sobre sí podremos pasar de la reacción a la elección consciente de cómo queremos responder o no a una determina situación.
La compulsión por reaccionar deja en evidencia la enorme cantidad de adicciones que todos tenemos, y ese reconocimiento nos tiene que servir para volvernos más humildes y tolerantes con el progreso propio y ajeno.
El concepto budista “Shenpa” nos muestra cómo cuando sentimos una ligera incomodidad, inquietud o incluso aburrimiento, en lugar de identificar esas sensaciones, observarlas y quedarnos allí sin hacer nada para sacárnosla de encima cuanto antes, en cambio buscamos calmantes como la comida, el trabajo, las compras compulsivas, la droga, el sexo, el alcohol, hasta la queja, bajo la firme creencia de que eso removerá nuestra incomodidad.
¿Cómo trabajar esta tendencia a morder el anzuelo y dejarnos arrastrar por él?
La raíz es aprender a experimentar la incomodidad, a sentir la picazón sin inmediatamente rascar. Es advertir el Shenpa y no actuar, no llevarlo a cabo. Retomando la metáfora del pez, ¡es ver pasar el anzuelo y no morderlo, aunque tiente la carnada! ¿Por qué? Porque ya aprendimos que terminaremos yendo llevados a un lugar poco feliz.
No actuar el shenpa en las enseñanzas orientales se denomina “renunciar”. Esto es muy interesante porque la palabra “renuncia” en tibetano se traduce como shenluk y significa “invertir el shenpa” sacarle su poder dinamizador. La renuncia no es hacia la acción, hacia la comida, hacia el trabajo o hacia las comprar… Se trata de "re-enunciar", de volver a enunciar:
- ¿Desde dónde voy a responder?
- ¿Desde las riendas de mi caballo o desde el caballo desbocado que ha perdido total dominio sobre sí?
No es a las cosas en sí mismas a las que renunciamos sino a la manera inconsciente y compulsiva de relacionarnos con ellas, a dejar de ser arrastrados por nuestros Shenpas.
Desde las enseñanzas Budistas nada se elimina ni en contra de nada se batalla. No se lucha contra nuestros Shenpas, sino que se aprende a verlos con absoluta claridad, aprendiendo a dejarlos pasar. Es entonces que la sabiduría para domarlos comienza a cabalgar la ignorancia de la reacción automática. Cuando los identificamos, podemos darnos cuenta de la reacción en cadena que supone dejarnos tragar por ellos. Lo próximo será dar un paso hacia atrás, observarlos a distancia y anticiparnos a la reacción para poder elegir la acción con anticipación.
Desde las enseñanzas Budistas nada se elimina ni en contra de nada se batalla. No se lucha contra nuestros Shenpas, sino que se aprende a verlos con absoluta claridad, aprendiendo a dejarlos pasar
Un recurso, una decisión tomada, una frase, un acuerdo interno, sirve de “ancla” para no caer en la tentación. Si nuestra debilidad es siempre “saltar” cuando una determinada persona nos hace algún comentario, lo inteligente será antes de tener un encuentro, prometernos cocernos la boca antes de dar el tarascón. Si nuestra debilidad, en cambio, es comer en abundancia cada vez que tenemos un evento social, lo inteligente será no pedir la carta y decidir en casa (lejos de la tentación) qué sí y qué no, y estar atentos a cuidarnos, a pasar lejos de lo que nos torna más vulnerables.
Cuando de a poco vamos aprendiendo a "soltarnos"
Cuando ya no nos rascamos donde pica, lo que pica deja de picarnos. Cuando aprendemos a familiarizarnos con la incomodidad, con la tensión, con la ansiedad, con la impaciencia sin hacer nada para anular esas sensaciones, sin luchar contra ellas, su consistencia se debilita.
Estamos acostumbrados a buscar salirnos cuanto antes de la incomodidad, buscando comodidad y satisfacción en objetos o comportamientos, que con moderación enriquecen nuestra vida pero que, imbuidas de esta calidad adictiva, nos debilita. Todos consumimos calmantes de acción rápida para síntomas desagradables, pero las consecuencias pueden ser muy ásperas para nosotros mismos y para los demás.
Todos consumimos calmantes de acción rápida para síntomas desagradables, pero las consecuencias pueden ser muy ásperas para nosotros mismos y para los demás.
La misión que tenemos consiste en reconocer cuando nos estamos tensionando, cuando la ansiedad se está incrementando dentro nuestro, cuando estamos “a punto de…” y a partir de ese reconocimiento, salirnos a tiempo de ese camino del cual nos cuesta retornar. Cuanto antes nos damos cuenta de que el Shenpa está asomando, más fácil será trabajar con él.
Es más difícil interrumpir el impulso cuando ya estamos demasiado tomados por él. A veces nos damos cuenta de que, estamos actuando el Shenpa y sin embargo no nos podemos soltar de él. La urgencia es tan aguda, el ansia tan fuerte, la adherencia tan intensa que sentimos que ya no podemos hacer nada al respecto más que dejarnos llevar… Sin embargo, siempre estamos a tiempo de poder hallar una bifurcación y en un acto de plena consciencia, respirar hondo, pausar y soltarnos con amorosidad de ese gancho que nos daña, tratando de que las lesiones sean cada vez menores, hasta que seamos capaces de verlos pasar sin engancharnos.
Podemos comenzar practicando con anzuelos más pequeños para ganar confianza y luego animarnos con lo que más nos cuesta no dejarnos atrapar.
¿Cuál es el secreto del Shempa?
El secreto del Shenpa es: no muerdas esos anzuelos de los que después te cuesta tanto soltarte sin salir lastimado/a. Aprende a observarlos a distancia, a cuidarte de sus filosas puntas, recuerda las lesiones que te producen y el mal sabor que te dejan.
Siempre pensé, si esos peces que son pescados y luego devueltos a su habitat aprendieran que allí donde les tienta no tienen que morder… seguirían siendo peces libres en lugar de ser alimento de sus depredadores: los seres humanos.
La diferencia entre los peces y nosotros es que ellos no tienen capacidad de aprender y nosotros los seres humanos tenemos una consciencia que, si la entrenamos, se vuelve diestra y juega a nuestro favor. Sin embargo, a veces olvidamos esta cualidad y seguimos siendo tironeados de allá y de acá, sin poder tomar posición y gobernar nuestra personalidad.
El secreto del Shenpa es: no muerdas esos anzuelos de los que después te cuesta tanto soltarte sin salir lastimado/a. Aprende a observarlos a distancia, a cuidarte de sus filosas puntas, recuerda las lesiones que te producen y el mal sabor que te dejan.
Es muy importante no reforzar el Shenpa, es decir: no seguir haciendo lo que habitualmente hacemos cada vez que sentimos un estado de incomodidad. La pregunta que necesitamos hacernos es:
- ¿Qué hacemos cuando no hacemos lo que habitualmente hacemos?
Cada vez que tenemos la voluntad de estar presente y hacer lo diferente a más de lo mismo, es allí cuando nuestros Shenpas pierden poder y nosotros ganamos dominio sobre nosotros mismos.