A diario lamentamos noticias que nos dejan aterrados e indignados. ¿Qué pasa por la cabeza de alguien que en un instante asesina con mente fría no solo a su mujer sino también a su “cría”? En verdad, la pregunta correcta sería:
¿Qué es lo que no pasa o qué falla en quien comete semejante crueldad?
Fracasa una cualidad imprescindible para convivir saludablemente con los demás: la empatía. Definida, según la psicología como la capacidad emocional y cognitiva de percibir lo que otra persona siente. Es la posibilidad de ponerse “del otro lugar”. Es precisamente esa frialdad emocional lo que hace que alguien pueda dañar sin registrar la más mínima repercusión emocional.
Si pensamos la empatía como una línea recta en la cual situamos a un lado el 0 % y en el otro extremo el 100 % de proximidad emocional. Las personas que carecen de esta cualidad son las propensas a realizar masacres de semejante intensidad: psicópatas es la definición de “manual”, dentro del apartado de Trastornos de Personalidad.
Detectar a tiempo las características de un criminal, nos ayuda a preservar nuestra integridad. La violencia de género es muchas veces fruto del desconocimiento de cómo opera la curva de violencia que nunca va en decremento sino en ascenso.
Podemos cuidarnos cuando sabemos identificar los signos de quien más que amor, promete horror:
El psicópata utiliza la amenaza como modo de dominación. Sabe cómo inspirar temor.
Ejerce la manipulación como modo operandi de conseguir lo que quiere, cueste lo que cueste.
- Cero tolerancia a la frustración. Aquello que no responde a sus expectativas le genera una intensa irritación.
- No aprenden de la experiencia, por lo cual hay que a dejar de creer en las falsas promesas: “Cambiaré”. “No volverá a pasar”. “Te juro que nunca más…”. Son frases armadas carentes de sustancialidad.
- No sienten culpa ni remordimiento, es por ello que el compromiso de cambiar no se fundamenta en una sincera toma de consciencia, sino que es una manera más de lograr dominar la vulnerabilidad de quien decide confiar una vez más.
Para un psicópata el otro no es una persona digna de valoración sino un objeto que se puede usar y descartar ante la más mínima desilusión. Como tal puede ser dañado, apartado, estropeado y maltratado.
Ahora bien, ¿Quién hay del otro lado aguantando y justificando? Pues bien, quien está tolerando demasiado es quien está en el otro extremo de la línea de empatía que enunciaba más arriba.
“Nada en exceso” dice el oráculo del templo de Delfos… Quienes se pasan de comprensivos son tan nocivos consigo mismos como lo puede ser un maltratador compulsivo: “Tuvo una infancia difícil…”. “Está muy estresado…”. “Lo hice enojar demasiado…”. Es preciso reconocer que quienes no cuentan con la capacidad de enojarse colaboran con la fabricación de psicópatas en acción.
Indignarse ante el maltrato es poder asumir que no somos “dignas” de un trato así. La antesala de esta expresión es la propia autovaloración. Las mujeres deben “decidir” quererse lo suficiente para correrse de ese lugar. Prevenir la violencia de género va de la mano del auto-aprecio. Si nos apreciamos, nos valoramos y si nos valoramos no aceptamos cualquier condición por debajo de nuestro valor.
Desde esta perspectiva, las parejas que elegimos son espejos del trato que nos damos. Es por esto que hay mujeres que ante la más mínima agresión cortan toda relación y otras que cautivas de la manipulación pasan años tolerando cualquier tipo de agravio, maltrato o destrato. Es aquí, cuando debemos admitir que son dos los cómplices de la situación: “El tango se baila de a dos”, dice una conocida expresión. Sacarse el taco aguja y abandonar la pista a tiempo es el mejor consejo para quienes son propensas a marearse en el juego del mal-amor que trae más dolor y desesperación que verdadera satisfacción.
El auténtico amor, está muy lejos del sufrimiento y de la agresión.
¡Mujeres atención! Ser “incondicionales” no es una cualidad sino una incapacidad. Todo vínculo de a dos requiere de adultos emocionales que definan “lo que sí” y “lo que no” en una relación.
La primera condición: maltrato de ningún modo, en ninguna ocasión.
Valorarnos es cuidarnos, cuidarnos es alejarnos de quien más que un gran amor es un verdadero depredador.
Psicóloga Corina Valdano.